Nacido en plena posguerra y respaldado por Gregorio Marañón y Cristóbal Balenciaga, su vida estuvo rodeada de telas y marcada por un talento único. Entre el lujo y la cercanía con decenas de personajes de la alta sociedad, desde Édith Piaf y Ava Gardner hasta Francisco Franco, la duquesa de Alba o la madre del rey emérito. Su vida da para escribir unos cuantos libros, por eso acaba de publicar el primero: ‘El futuro ya es ayer’ (Roca Editorial).
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PREGUNTA.- Ha estado en todas partes y con todo el mundo, como si hubiera vivido tres vidas…
RESPUESTA.- Creo mucho en el destino. He tenido la suerte de estar en los momentos adecuados con las personas indicadas. Muchas veces ha sido coincidencia: una fiesta, una cena, una presentación… Si me lo hubiera propuesto, no habría tenido la ocasión. He conocido personajes muy importantes: desde grandes artistas hasta jefes de Estado, y muchas veces he acabado compartiendo momentos privados con ellos.
Un don para dar esperanza
P.- La videncia, ¿ha sido un don o una incomodidad?
R.- Un don, sin duda. Incomodidad, ninguna. Cuando alguien me pide una predicción, siento que espera algo positivo, una esperanza o una señal para tomar decisiones.
P.- Ha ayudado a mucha gente anónima, pero, entre los personajes conocidos, ¿hubo alguno al que realmente le cambiara la vida con una de sus videncias?
R.- Sí, muchos. Desde alguien que estaba a punto de separarse y le aconsejé esperar un par de años, y al final enviudó y heredó, hasta personas que iban a hacer malas inversiones y les dije que esperaran. (…)
El futuro de Leonor
P.- ¿Qué futuro le espera a la princesa Leonor?
R.- Creo que va a ser muy buena reina, porque puede haber un futuro en nuestro país con una reina cercana a su pueblo y amiga del pueblo, compaginando a la vez el peso de la corona, lo que la hará muy accesible y con una monarquía muy moderna. (…)
P.- ¿Es Rappel un hombre de fe?
R.- Soy profundamente creyente y practicante, con una gran devoción mariana. Mi abuela fue camarera mayor de la Virgen de los Salesianos, y desde pequeño he sentido una profunda conexión con la Virgen del Carmen. Tanto es así que he donado seis mantos a la imagen de la iglesia de los carmelitas, en la calle Ayala, donde fui bautizado. Podría decir que esa Virgen fue mi primera “clienta” cuando era modisto. La fe ha sido un pilar fundamental, una luz que ha guiado mi camino.