“¿En qué situación laboral se encuentra usted actualmente?”. Es la pregunta que el Centro de Investigaciones Sociológicas, dirigido por el sociólogo José Félix Tezanos, lanza en el barómetro del mes de marzo de 2025, en el que se sondea por distintos aspectos de la vida social y política española, llevando a cabo además un detallado cruce de datos desde la religiosidad de la persona entrevistada.
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El resultado al abordar la cuestión del empleo, es que el mayor porcentaje de ciudadanos que actualmente están trabajando corresponden a los creyentes. El 63,2% de los católicos practicantes confiesan estar trabajando mientras que solo el 6,8% estaría en el paro. En el caso de los católicos no practicante se reduce al 59,4%, mientras que los parados suben hasta el 8,1%. Sin que medie, al menos que se sepa, una intervención divina a favor o en contra, el dato de ateos con trabajo desciende hasta el 53,6%, a la par que aquellos que niegan la existencia de Dios se sitúa en un 13,1%. Sin que pueda demostrarse una correlación directa entre fe y empleabilidad, lo cierto es que el cruce de datos ofrecido por el equipo de Tezanos deja al descubierto estos datos.
Entre aquellos que trabajan, ocho de cada diez españoles se confiesan asalariados. Pero mientras que los creyentes de otras confesiones (86,2%) y los ateos (83,6%) son los que nutren en mayor medida este grupo, los católicos practicantes se quedan en un 71,8%. Por el contrario, el colectivo de los autónomos se nutre principalmente de católicos practicantes (19,3%) mientras que el mayor número de empresarios se da también entre los ateos (7%), por delante de agnósticos (6,8%) y no creyentes (6,7%).
Clase social
A la par, el CIS también aborda la pertenencia a la clase social según las creencias de la ciudadanía. Aquí, el mayor porcentaje de quienes se consideran parte de la denominada clase trabajadora-obrera son los ateos. Se consideran como tal un 21,2% mientras que entre los católicos practicante se definen así un 8,4%, entre los no practicantes llegan al 9,9%, los creyentes de otras religiones se sitúan en este acto un 5,8%, mientras que el 13,7% de los agnósticos y el 13,5% de los que se autodefinen como indiferentes-no creyentes se ubican aquí.
¿Creer es por tanto cosa de ricos? No necesariamente, porque en ninguna de las etiquetas religiosas establecidas por el CIS se llega al uno por ciento entre los que se consideran entre la clase alta. Y mientras, la clase media-alta la liderarían los agnósticos (4,7%) situándose en la base los creyentes en otras religiones (1,2%), la clase media-baja se nutre principalmente también de agnósticos (17,0%) y de católicos no practicantes (15,7%). Eso sí, son los creyentes en otras religiones los que se consideran a sí mismos como pobres: uno de cada diez. En cualquier caso, el grueso de la población de nuestro país (38,6%) se siente representada en la catalogada como clase media-media. Una horquilla en la que se ven cuatro de cada diez católicos (practicantes o no) y los agnósticos. Los no creyentes (37%) y ateos (33,2%) se quedan algo más atrás y son aquellos que confiesan otro credo los que quedan más descolgados de este estatus (23,5%).