Desde el Gemelli, el Pontífice da vía libre al documento marco para preparar esta campaña eclesial que se celebrará el 11 de mayo
Desde el Policlínico Gemelli de Roma, donde está ingresado desde hace más de un mes por una neumonía bilateral, el papa Francisco ha dado vía libre para publicar el mensaje por la sexagésimo segunda Jornada Mundial de la Oración por las Vocaciones que se celebra el 11 de mayo de 2025. En el texto, Jorge Mario Bergoglio invita a promover el cuidado de la vocación cristiana en los diversos ámbitos de la vida y de la actividad humana, especialmente, entre los jóvenes, “fomentando la apertura espiritual de cada persona a la voz de Dios“.
El documento, titulado ‘Peregrinos de la Esperanza: el Don de la Vida’ se dirige a los obispos, sacerdotes, personas consagradas y fieles, invitándoles a ser peregrinos de esperanza “dando vida con generosidad”. El Pontífice, explica que la vocación “es un signo de la esperanza que Dios tiene para el mundo y para cada uno de sus hijos”.
Además, indica que muchos jóvenes se sientes perdidos ante el futuro, y experimentan “incertidumbre sobre las perspectivas laborales y, más profundamente, una crisis de identidad que es una crisis de significado y de valores y esa confusión digital hace aún más difícil cruzar. Injusticias hacia los débiles y los pobres, la indiferencia del bienestar egoísta, la violencia de la guerra amenazan los proyectos de buena vida que cultivan en su alma”.
Por eso, insta a los religiosos a “acoger, discernir y acompañar el camino vocacional de las nuevas generaciones”, pues están llamados a ser “coprotagonistas con el Espíritu Santo, que despierta en ti el deseo de hacer de la vida un don de amor“. Francisco recuerda a jóvenes santos y beatos como Santa Rosa de Lima, Santo Domingo Savio, Santa Teresa del Niño Jesús, Santa Gabriele dell’Addolorata, el beato Carlo Acutis y al beato Pier Giorgio Frassati como ejemplos de vocación y “como un camino hacia la felicidad plena, en relación con Jesús vivo”. En ese sentido, considera que “es necesario tomar conciencia de que el don de la vida requiere una respuesta generosa y fiel”.
Bergoglio prosigue en su texto destacando que “hay muchos jóvenes que tratan de conocer el camino que Dios les está mostrando. Llamadas a viajar: algunos reconocen –a menudo con sorpresa– la vocación al sacerdocio o a la vida consagrado; otros descubren la belleza del llamado al matrimonio y a la vida familiar, así como al compromiso por el bien común y al testimonio de fe entre colegas y amigos. Toda vocación está animada por la esperanza, que se traduce en confianza en la Providencia. En efecto, para el cristiano, la esperanza es mucho más que un simple optimismo humano: es más bien una certeza profundamente arraigada en la fe en Dios, que actúa en la historia de cada persona. Y así la vocación madura a través de el compromiso diario de fidelidad al Evangelio, en la oración, en el discernimiento, en el servicio”.
Eso sí, lanza un recado social adherido: “Quien se pone a la escucha de Dios no puede ignorar el clamor de tantos hermanos y hermanas que se sienten excluidos, heridos o abandonados”. “Toda vocación nos abre a la misión de ser presencia de Cristo allí donde más se necesita luz y consuelo”, sentencia después.
De la misma manera, anima a los jóvenes a ser valientes al dedicar su vida a Cristo “llenos de alegría por el mismo hecho de ser sus discípulos-misioneros”, tras un camino de discernimiento. “El mundo os empuja a tomar decisiones apresuradas, a llenar de ruido vuestros días, impidiéndote experimentar un silencio abierto a Dios, que habla al corazón. Ten el coraje de parar, para escuchar dentro de ti y pregúntale a Dios qué sueña para ti. El silencio de la oración es esencial para ‘leer’ la llamada de Dios en la propia historia y dar una respuesta libre y consciente”, continúa.
También valora el papel de “los fieles laicos que son llamados a ser sal, luz y levadura del Reino de Dios a través del compromiso social y profesional“. En este contexto, los agentes pastorales y vocacionales, especialmente los compañeros espirituales -especifica-, no deben tener miedo a acompañar a los jóvenes con la confianza esperanzada y paciente de pedagogía divina: “Se trata de ser personas capaces de escucharles y acogerlos con respeto; personas en las que pueden confiar, guías sabios, dispuestos a ayudarlos y atentos a reconocer los signos de Dios en camino”.