Si en Gaza había cierto ambiente de esperanza con el alto al fuego que comenzó el pasado 19 de febrero; ahora la tregua ha saltado por los aires tras los ataques, tanto aéreos como de artillería, que el ejército israelí ha llevado a cabo en la Franja en la madrugada del 18 de marzo, horas antes de que se cumplieran los dos meses del acuerdo. Las nuevas embestidas han dejado más de 400 muertos y de 550 heridos.
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Ruido de drones y disparos
Mientras los mensajes de los políticos han recuperado el tono amenazante y violento, a la comunidad católica de la zona vuelve la incertidumbre. “Nadie puede decir lo que ocurrirá ahora”, declaraba el Gabriel Romanelli, párroco de Sagrada Familia de Gaza, tras la noche de los bombardeos. El estruendo de los ataques y los gritos de la gente en la calle le han sumergido en el infierno que Dante describió en la Divina Comedia, apuntaba a la agencia Sir. “Aquí, en la parroquia, la situación es básicamente de calma, aunque todavía se oye el ruido de drones y disparos. Estamos preocupados. Hemos suspendido todas las actividades exteriores por razones de seguridad y activado equipos de emergencia para intentar ayudar a la gente que ahora lo necesita”, apuntaba encomendándose a la misericordia de Dios.
Y es que, el fin del alto al fuego deja en el aire la continuación de la ayuda humanitaria o el restablecimiento de los servicios básicos. Por ello, estos ataques, para Caritas Internationalis, “constituyen una grave violación del derecho internacional humanitario. La protección de vidas inocentes debe ser la máxima prioridad”, reivindican en un comunicado. Para la entidad, “las condiciones en Gaza ya eran catastróficas, con gente viviendo en hambruna, sin comida, agua, refugio, alcantarillado o cualquier servicio básico fiable. El bloqueo de la ayuda y los nuevos ataques empeorarán drásticamente la situación”. Por ello, Alistair Dutton, secretario general de institución católica, ha exigido “un alto el fuego inmediato y el acceso sin restricciones de la ayuda humanitaria” y “que las partes en conflicto y toda la comunidad internacional hagan de esto una prioridad inmediata”, algo que pasa por que “todas las partes, en particular al Estado de Israel” sean las que “cesen inmediatamente las hostilidades”. “Los civiles nunca deben ser objetivos”, reclamó.
Crisis de instituciones
Por su parte, el cardenal Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, ha denunciado que con estos ataques “hemos vuelto a la ley de la selva, bien representada con armas muy modernas, pero es la ley del garrote”. En unas declaraciones al informativo de la televisión de la Conferencia Episcopal Italiana el purpurado ha lamentado que “la sensación es que el odio ha crecido exponencialmente en los últimos tiempos” y que “el problema delicado es que no hay ningún organismo internacional capaz de mediar” solo “hay instancias individuales que deciden ser los amos del mundo”. Para el cardenal “ese no es el espíritu con el que se crearon las Naciones Unidas u otras organizaciones como la Unión Europea”. Por ello lamentó que “hay una gran debilidad institucional en las organizaciones internacionales” y hasta un desconocimiento de la historia que parece devolver a la humanidad a etapas que parecían superadas y con sus valores asumidos.
Ahora, para el cardenal, “el peligro más grave para estas regiones es la imposibilidad de encontrar un ‘abogado defensor’ que esté sobre las partes y que actúe en nombre de ideales” fuera de los intereses de los agentes del conflicto, algo que, apunta Gugerotti, “es muy difícil” por los intereses creados.