La asamblea que rompió con 300 años de fundamentalismo eclesial

La asamblea que rompió con 300 años de fundamentalismo eclesial

Los garífunas son un pueblo ancestral, descendiente de africanos esclavizados y de indígenas arawak y caribes, que se asentaron en las costas de Honduras, Guatemala, Belice y Nicaragua, hacia 1635. Han sabido combinar su lengua, danzas y tradiciones con la fe católica, incluso, llevando a cuestas por muchos años el estigma de herejes, hasta que en 2022, rompieron con este maleficio al celebrar su propia asamblea eclesial en Honduras



María Suyapa Cacho, religiosa vicentina y coordinadora de la Pastoral garífuna en Centroamérica, explicó a Vida Nueva que antes de esta cumbre “hicimos una evaluación concienzuda de los distintos congresos regionales que realizamos anteriormente y mediante una guía metodológica se generó un espacio de diálogo, escucha, discernimiento con los líderes de las comunidades”.

Extrapolaron el ejercicio de consulta realizado para la Asamblea Eclesial de México (2021), que visto en perspectiva fue similar al Sínodo amazónico (2021), en esta bitácora celebraron actividades comunitarias, grupales, foros temáticos y  opiniones individuales, en especial, con los alejados, con quienes no encajaban con el sistema colonial de la evangelización, “el diálogo prevaleció”, aseveró la monja, quien también es una garífuna más.

Este anuncio del papa Francisco de celebrar en 2028 una Asamblea eclesial en todo el mundo allana el camino sinodal, iniciado antes de 2021 inclusive, “es una oportunidad para afianzar la conversión pastoral”, opina Suyapa, que además tuvo ocasión de estar cara a cara con Bergoglio en el aula Pablo VI por ser también madre sinodal.

Un reconocimiento ganado a pulso, pues las conquistas de su pueblo garífuna “son de todos” pese a “la censura de algunos fundamentalistas eclesiales”. Sobre la asamblea garífuna señaló que permitió expresar clamores, sentipensares, como “pueblo decir con libertad realidades ocultas, verdades no expresadas por miedo”.

Tareas pendientes

Ahora, orgullosos, usan en sus celebraciones el “au buni; amürü nuni” que traducido al español significa “amor a Dios y al prójimo”. Es que Dios también habla garífuna, eso lo entendieron los obispos del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) al acoger a esta pastoral en sus planes estratégicos. “Aún falta por hacer”, admite Suyapa.

Hay que superar el clericalismo de pastores, religiosos y laicos, sumado a la ausencia de espacios de reflexión teológica y materiales litúrgicos de pastoral inculturada. Sobre todo “acompañar la juventud garífuna en preservar las tradiciones”. Frente a la “pérdida de la lengua y la espiritualidad ancestral” guardan sus esperanzas en las futuras generaciones. 

Mujeres Garifunas

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