Manos Unidas denuncia que, “sin acceso al agua, no hay vida, no hay salud, no hay desarrollo”

  • Impulsa su campaña ‘Compartir es nuestra mayor riqueza’, donde reivindica “el acceso equitativo” a este bien natural
  • En cinco años ha puesto en marcha 117 proyectos acuíferos, con los que se ha apoyado a cerca de 320.000 personas
  • “Se prevé que, para 2050, más de 140 millones de personas migren dentro de sus propios países debido a la falta de agua”

Manos Unidas denuncia que, “sin acceso al agua, no hay vida, no hay salud, no hay desarrollo”

De cara al Día Mundial del Agua, que se conmemora este 22 de marzo, Manos Unidas levanta la voz para lamentar que “la falta de acceso al agua potable es un obstáculo que hace inviable la prosperidad compartida”. Y es que “el agua es un bien esencial para el desarrollo, para la erradicación de la pobreza y para la lucha contra el hambre, por lo que millones de personas que no puedan acceder a este recurso vital se ven condenados una vida de privaciones”.



Acudiendo a los datos, la entidad eclesial denuncia que “alrededor de 2.000 millones de personas carecen de acceso a agua potable gestionada de manera segura y 3.600 millones no cuentan con servicios de saneamiento adecuados”. Una realidad que “pone en riesgo la salud, la economía y el bienestar de los más pobres”.

Mortalidad infantil

En la nota difundida por Manos Unidas, Isabel Vogel, su responsable de proyectos, incide en que, “sin acceso al agua, no hay vida, no hay salud, no hay desarrollo”. Sin perder de vista otra consecuencia trágica, como que “la escasez de agua salubre es una de las principales causas de mortalidad infantil”.

Ante la triste realidad de que “el agua pertenece a todos, pero no todos pueden acceder a ella”, la organización católica deplora que “la crisis del agua es un reflejo de las desigualdades globales, que se agravan por la crisis climática. Se prevé que, para 2050, más de 140 millones de personas migren dentro de sus propios países debido a la falta de agua”.

En este sentido, “la inseguridad hídrica afecta de manera desproporcionada a las poblaciones más vulnerables, especialmente a mujeres y niños, quienes cargan con la responsabilidad de buscar agua en muchas comunidades. Esta situación perpetúa la pobreza y la falta de oportunidades educativas y laborales”.

No es un lujo, sino un derecho

Frente a esta lacra de nuestro tiempo, Manos Unidas impulsa su campaña ‘Compartir es nuestra mayor riqueza’, donde reivindica que “la prosperidad compartida solo es posible si se garantiza, entre otros factores, el acceso equitativo al agua”. Porque “el agua no es un lujo, sino un derecho. Su distribución injusta nos recuerda que vivimos en un mundo donde la riqueza de unos pocos se cimienta en la pobreza de muchos”.

Algo que los trabajadores y voluntarios de la entidad eclesial conocen de primera mano “al trabajar en muchos países y contextos marcados por la escasez hídrica”. De ahí que su esfuerzo se centre siempre en tratar de “garantizar que las poblaciones más vulnerables tengan acceso a este bien fundamental”. Lo que, como reitera Vogel, pasa por “soluciones sostenibles que van desde perforaciones y captaciones de agua de lluvia hasta canalizaciones y construcciones de presas y embalses”. Además, “apoyamos la gestión responsable de los recursos hídricos y la protección de los ecosistemas que los sustentan, asegurando su disponibilidad para el consumo humano y el desarrollo agrícola”.

Sin olvidar otras acciones concretas como “la promoción del saneamiento básico y la higiene”, así como “la formación de las comunidades para una correcta gestión de infraestructuras y un uso eficiente del agua”.

Inversión de ocho millones de euros

De un modo específico, dentro de esta campaña, en los últimos cinco años, Manos Unidas “ha puesto en marcha 117 proyectos relacionados con el agua y el saneamiento, con los que se ha apoyado a cerca de 320.000 personas. Todo ello, por un importe superior a los ocho millones de euros”

Un ejemplo muy significativo es el apoyo “al derecho al agua limpia en comunidades de la Amazonía ecuatoriana”. Así, aunque esta cuenta “con abundantes fuentes naturales de agua”, la realidad es que “miles de personas se ven perjudicadas por las actividades extractivas petroleras, el monocultivo de palma aceitera, la expansión urbana y la ampliación de la frontera agrícola”.

indígenas pueblos originarios en la Amazonía

La consecuencia es que “las fuentes naturales de agua se han visto gravemente afectadas, siendo la industria extractiva de petróleo una de las principales responsables de la contaminación en las provincias de Orellana y Sucumbíos”.

Con el Frente de Defensa de la Amazonía

Inconformistas ante esta lacra estructural promovida por la mano del hombre, “el Frente de Defensa de la Amazonía y Manos Unidas han sumado sus esfuerzos para lograr que cientos de familias tengan acceso a agua para el consumo humano. Desde 2010 han instalado más de 300 sistemas familiares de agua en aproximadamente 20 comunidades asentadas en cinco municipios de Orellana y Sucumbíos”.

Como detalla Carlos Vicente Alconcé, responsable de proyectos de Manos Unidas en Ecuador, “son sistemas sencillos y de bajo costo que aprovechan el agua de lluvia y lo purifican sin usar productos sintéticos; además, para su funcionamiento no necesitan energía eléctrica. Y lo más importante: el agua es de excelente calidad; realmente es agua para el consumo humano”.

Otra significativa acción es la que Manos Unidas implementa en India, donde “apoyamos a campesinos de 15 aldeas afectadas por la sequía”. Todas ellas pertenecen al “distrito de Barmer, la parte más árida del estado indio de Rajasthan”. Allí, “la falta de lluvias hace que escaseen los alimentos, el forraje y el agua potable, lo que obliga a los pequeños agricultores a abandonar el campo y a adoptar empleos precarios en las ciudades”.

Lo padecen las mujeres

Algo que sufren “especialmente las mujeres, que van a buscar agua potable a varios kilómetros de sus casas, lo que afecta a su salud y al tiempo perdido para actividades productivas”.

Por su parte, Manos Unidas, junto a su socio local, en este caso los Servicios Sociales de la Diócesis de Ajmer, busca “garantizar la reserva de agua potable y abordar la inseguridad alimentaria y los riesgos de la sequía. Además, se ha apostado por la agricultura natural como opción sostenible para hacer frente a las necesidades alimentarias y nutricionales de la población. Para las mujeres se han construido estructuras de recolección de agua de lluvia en los tejados que las libera de caminar largas distancias y les permite acceder a ella durante los meses de escasez”.

El proyecto está mejorando la agricultura y la ganadería y las capacidades sociales y económicas de las mujeres, asegurando su representación en la resolución de problemas de desarrollo”, concluye Patricia Garrido, responsable de proyectos de Manos Unidas en la zona.

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