Sin que apenas se haya concretado la composición de la Asamblea Eclesial que Francisco ha convocado para 2028, su nombre evoca a la entidad jurídica, pública y eclesiástica que erigió Francisco en 2021 y con la que comparte apellido: la Conferencia Eclesial de la Amazonía. Un apellido que tiene mucho de sustantivo. Al frente de esta plataforma que estrenó el fallecido cardenal brasileño Cláudio Hummes, se encuentra el cardenal peruano Pedro Barreto, que trabaja mano a mano con laicos, religiosos y sacerdotes en un foro que sabe a pirámide invertida y a misión compartida.
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PREGUNTA.- ¿Le ha sorprendido el nuevo itinerario sinodal propuesto por el Papa y el hecho de que desemboque en una Asamblea Eclesial?
RESPUESTA.- Francisco tiene el ‘chip’ de la sinodalidad incorporado y quiere contagiarlo a toda la Iglesia a través de procesos. Este anuncio del Papa coincide con el domingo de la transfiguración y no parece arriesgado considerar que Francisco nos está preparando para una transfiguración de la Iglesia. Justo después de un mes de un proceso complejo para él, en el que hemos tenido el alma en vilo por su salud, nos sorprende con esta Asamblea para 2028. Se trata de un anuncio importante que nos da precisamente en una Cuaresma en la que nos llama a caminar juntos en esperanza. No solo es un anuncio profético, sino una invitación profética en la esperanza de la promesa cumplida por Jesús, muerto y resucitado. La transfiguración es luminosidad y entusiasmo, como esta apuesta de Francisco: una renovación de la Iglesia. De alguna manera, el Papa nos sorprende una vez más con una decisión que no preveíamos, pero, a la vez, si uno analiza con profundidad, no hace sino dar continuidad al proceso iniciado con el Sínodo de la Sinodalidad, retomando de nuevo un itinerario local de cada iglesia particular y un itinerario universal. Francisco no da puntada sin hilo y, en el contexto de este anuncio, resulta inevitable volver hasta 2014, cuando se inició la Red Eclesial Amazónica por iniciativa del cardenal Hummes, el hombre que susurró al oído a Jorge Mario Bergoglio tras ser elegido en el cónclave todo un desafío para el pontificado: “No te olvides de los pobres”. La convocatoria de esta Asamblea Eclesial de 2028 nos exige a todos continuar el camino sinodal y es una estación más para decir: Gracias papa Francisco porque tú no piensas en ti, sino en clave del Espíritu Santo que nos está llevando a esta renovación de la Iglesia. Por eso con Francisco vivimos la Evangeli gaudium, la Laudato Si, la Fratelli tutti, porque Dios, en la persona de su Hijo, Dilexit nos.
Un laboratorio eclesial
P.- ¿La CEAMA es el laboratorio de esa futura Asamblea Eclesial?
R.- La Conferencia Eclesial de la Amazonía es fruto de un proceso sinodal que comenzó en 2014 con la Red Eclesial Panamazónica. Cuando se este proyecto se asentó dando voz y el protagonismo a los indígenas como los guardianes de este bioma, en 2017 el papa Francisco sorprendió a todos convocando el Sínodo sobre la Amazonía con el siguiente tema que habla de mucho más que de un territorio: ‘Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral’. El Sínodo fue preparado en todo el territorio amazónico, con participación de más de 80.000 personas, la mayoría de pueblos originarios y también de afrodescendientes que participaron en más de 45 asambleas territoriales de nueve países, con más de 300 pueblos originarios y más de 200 lenguas representados que dieron voz a los más de cuarenta millones de hermanos que habitan este microcosmos. Tampoco podemos olvidar la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe de 2021. De este proceso, surge la CEAMA que hoy por hoy estamos recién comenzando, pero que, sin duda, es un aporte a la Iglesia universal, en tanto que habla de buscar esos nuevos caminos desde la escucha del Espíritu.
P.- ¿Cómo se puede trasladar esa corresponsabilidad que ya viven en la CEAMA al actual proceso sinodal?
R.- Este camino sinodal requiere escuchar al Espíritu Santo y, por tanto, dar voz a los bautizados y las bautizadas en las comunidades parroquiales, en la Iglesias locales. Se estrena así una nueva manera de vivir nuestra fe y nuestro compromiso bautismal. Todos somos partícipes de la única misión de Cristo. En estos años de andadura de la CEAMA ,hemos ido aprendiendo a involucrar a los indígenas, a los laicos, los sacerdotes, las religiosas y a los obispos para conformar juntos Iglesia. En este sentido, los obispos tenemos la gran responsabilidad de animar, de ayudar a que la vida nueva que Jesús nos promete en esta eclesiología de comunión, de participación y de acción pastoral sea cada vez más real y visible. Hay muchos jóvenes que hoy se identifican con Cristo, pero que no creen en la Iglesia como institución. Sin embargo, han encontrado en Francisco un referente para volver a confiar. Lo he percibido en estos años, pero lo vuelvo a constatar en estos días en los que estamos preocupados por la salud del Papa. Estos jóvenes comienzan a despertar ante un liderazgo que muchas veces estaba oculto.
