La convalecencia del papa Francisco tras su hospitalización en el Policlínico Agostino Gemelli ha suscitado una reflexión sobre la naturaleza de su ministerio y su liderazgo en la Iglesia. En palabras del cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, a la Agencia Sir, “el Papa no es un autócrata ni se mide por la eficiencia en su gobierno”. En su lugar, lo que guía su ministerio es la fe, la fuerza espiritual y la fuerza del Espíritu Santo, incluso en los momentos de fragilidad, ha expresado.
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Durante estas semanas de hospitalización, Francisco enfrentó momentos de grave preocupación médica. Aunque el término “peligro de vida” apareció en los boletines oficiales, el cardenal Semeraro compartió dos sentimientos profundos que lo acompañaron en el proceso: primero, una gratitud a Dios por escuchar las oraciones de los fieles y, segundo, una alegría por ver cómo la fuerza interior del Papa sigue firme. Semeraro destacó la confianza que había en la fortaleza espiritual del Santo Padre, incluso frente a los momentos más críticos.
El Prefecto para la Causa de los Santos ha hablado que el “don de sí” que el Papa ofrece a la Iglesia no está necesariamente vinculado a la actividad incesante. Siguiendo el ejemplo de Jesús en la cruz, el cardenal recordó que el “don total de sí mismo” no se mide por la acción, sino por la entrega profunda en la fragilidad.
El ejemplo de san Juan Pablo II
Semeraro también ha hecho referencia a una frase de san Juan Pablo II, citada por el cardenal Stanislaw Dziwisz: “De la cruz no se baja”. En el contexto de su ministerio, “el papa Francisco no es un gobernante autocrático, sino alguien que lidera con la fuerza espiritual, que trasciende la eficiencia administrativa y busca el bien de la Iglesia y el servicio de los fieles”, tal y como ha expresado el cardenal.
El Papa sigue liderando desde la fragilidad
Francisco, a pesar de su fragilidad física, continuó trabajando en la medida en que sus fuerzas lo permitieron. Semeraro expresó que, para el Papa, la edad y las dificultades físicas no son obstáculos, sino condiciones evangelizadoras que muestran cómo el ministerio petrino puede vivirse desde una perspectiva más espiritual que administrativa. En su escrito ‘Praedicate Evangelium’, el Papa dejó claro que no se gobierna solo, sino con el apoyo de los dicasterios de la Curia romana, quienes colaboran con él para llevar a cabo su misión. Así, la Iglesia no se mide por criterios empresariales de eficiencia, sino por los frutos que da el Espíritu.
Ayer, el Papa, apareció brevemente ante los fieles, después de un ángelus difundido por escrito, para saludar y bendecir a aquellos que habían estado orando por él. Un gesto que no solo fue un agradecimiento a los médicos y fieles, sino también un testimonio de que el ministerio del Obispo de Roma no se detiene ni siquiera en la enfermedad. En este sentido, Semeraro destacó cómo Francisco, incluso en su fragilidad, sigue siendo un ejemplo de la Iglesia extrovertida y hospitalaria, aquel “hospital de campaña” del que tanto habla. Él, además, con su fragilidad, nos invita a reflexionar sobre la verdadera fuerza en el ministerio petrino: “Cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Este principio aplica tanto a la vida cristiana como al ministerio del Pontífice. “Así, la fragilidad no es un obstáculo para su liderazgo, sino una manifestación del poder del Espíritu”, ha declarado Semeraro.