El alta hospitalaria del papa Francisco que tuvo lugar ayer no es sinónimo de haber superado completamente la neumonía bilateral y la infección polimicrobiana que parece. Los dos meses de convalecencia impuestos por el equipo médico que atiende a Jorge Mario Bergoglio, de 88 años, van a acompañados del correspondiente tratamiento farmacológico, pero también de la doble fisioterapia motora y respiratoria con el fin de que vaya fortaleciendo tanto su respiración -y así mejorar su habla-, pero también sus movimientos.
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Una de las principales preocupaciones de su entorno, con el doctor Sergio Alfieri del Policlínico Gemelli al frente, es que el Pontífice argentino pueda “contraer más infecciones”. Precisamente este es uno de los motivos para que abandonara el hospital y continuara su recuperación en su casa, la residencia vaticana de Santa Marta.
Protocolo preventivo
Y es ahí donde la Santa Sede, de la mano de los sanitarios, han establecido un protocolo preventivo para blindar el edificio. En concreto, la planta segunda, que es donde se ubica el sencillo estudio del Papa, compuesto por una sencilla salita, un despacho y su habitación. Según ha podido confirmar ‘Vida Nueva’, al menos en estas primeras semanas se busca un aislamiento casi total, restringiendo al máximo cualquier visita. De esta manera, se busca garantizar que Francisco no se exponga lo menos posible a cualquier riesgo para su salud, tal y como expresaron sus médicos: desaconsejando las reuniones en grupo o salidas que supongan grandes esfuerzos y evitar el contacto con aquellos colectivos, como los niños, por los que se pudieran transmitir virus como la gripe que pudieran agravar de nuevo su complejo cuadro clínico.
De hecho, los cardenales, obispos y sacerdotes que residen en la residencia de Santa Marta, no podrán acceder como hasta ahora al ala de la segunda planta donde vive el Papa. A través de una nota interna a la que ha tenido acceso esta revista se detalla que “para favorecer la pronta y completa recuperación del Santo Padre lo antes posible, se ruega a todos, sin excepción, no acceder al segundo piso del edificio A”. “En momento se encontrará en aislamiento”, subraya en un escrito en el que se remite a los secretarios del Pontífice para hacerle llegar cualquier información.
Agenda reducida
Esta restricción es una medida excepcional estos doce años de Pontificado, puesto que los ‘vecinos’ del Papa se pueden mover con total naturalidad por todo el edificio, como el propio Bergoglio. Es más, es habitual que compartan con él diálogos en el hall, en el ascensor y en el comedor, punto de encuentro que para el Pontífice les sirve como un chequeo informal para tomar el pulso del funcionamiento de la Curia.
Este protocolo de aislamiento afectará a toda la agenda de encuentros del Papa, tanto a la institucional que llevaba a cabo en el palacio apostólico por las mañanas, como a la privada que manejaba personalmente y que se materializaba precisamente en la salita de estar de su estudio.