Los jesuitas salen al rescate de las mujeres abusadas en Congo

  • Las ONG Entreculturas y Alboan desarrollan desde hace siete años el proyecto ‘Mujeres en marcha’, que promueve la recuperación física y psicológica de las supervivientes de violencia sexual
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Los jesuitas salen al rescate de las mujeres abusadas en Congo

El 27 de enero de 2025, en la República Democrática del Congo, el grupo paramilitar M23, apoyado por tropas gubernamentales de Ruanda, tomó la ciudad de Goma, capital de la provincia de Kivu del Norte. Desde entonces, los enfrentamientos se han extendido y han provocado más de 3.000 muertos, muchos de ellos, asesinados, y 2,5 millones de desplazados internos. El Estado se torna en fallido, el comercio está cerrado, los bancos no dan dinero y el empleo remunerado no existe durante el período de guerra. El acceso a los alimentos se ha convertido en un lujo demasiado caro. Es el último capítulo de una crisis interna que desangra el país centroafricano desde hace más de 30 años que ha provocado recurrentes crisis humanitarias con millones de personas afectadas.



Dentro del conflicto, se ha desarrollado una emergencia silenciosa: la que sufren mujeres y niñas. Pobreza, marginación, agresiones sexuales… Más 100.000 han sido violadas y torturadas, una cada cuatro minutos. Embarazos no deseados, VIH y fístulas… El cuerpo de las mujeres se convierte en el lienzo del terror y la inhumanidad con el objetivo de destruir comunidades y frenar cualquier tipo de resistencia. Hogares destruidos, niños abandonados a su suerte, toda una generación perdida. Existe una relación directa entre el recrudecimiento del conflicto y el aumento de la violencia contra las mujeres. La mayor parte de ellas se encuentran inermes ante una realidad que no las ofrece ninguna oportunidad para escapar de ese clima constante de violencia y precariedad. Y las que escapan lo hacen en una huida sin destino, ni refugio, ni comida para sobrevivir. Muchos de sus hijos pierden la vida por el camino. Condenadas a vagar en un mundo que no las reserva un espacio propio.

A pesar de ello, las congoleñas son un dique, quizás el último, entre la vida y la desesperación. No se resignan al papel que les reserva la sociedad desde que nacen y hasta que mueren. Sostienen la precaria economía informal de sus comunidades y cuidan a sus familias, sin educación, sin acceso a sanidad, sin ayuda. Sólo se tienen a ellas mismas y a las redes que tejen a pesar de estar en la diana. Es su coraje a pesar del dolor el que construye derechos y oportunidades para que las generaciones futuras no tengan que pasar lo mismo que ellas.

Caddy Adzuba, coordinadora de la Asociación de Mujeres en los Medios  (AFEM) y directora del proyecto ‘Mama Radio’, respaldado por  Servicio Jesuita a Refugiados y Entreculturas, explica que “la problemática específica de las mujeres en la guerra de Congo está relacionada con la violencia por motivos de género, especialmente la violencia sexual”. “Las mujeres que todavía tienen fuerzas para andar, para huir, tienen miedo de sufrir las mismas atrocidades”, subraya esta comunicadora, que lamenta cómo “se ven obligadas a abandonar su pueblo, su comunidad y su país, y deben pedir asilo”: “Antes no podían huir porque tenían hijos ¿Cómo iban a huir con los hijos? Ahora, madres e hijos recorren las rutas del exilio. Pero también hay mujeres que luchan para defender los derechos de todas. Mujeres que luchan, que quieren que toda la humanidad entienda su historia”.

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Respetar, proteger y promover los derechos de las mujeres congoleñas no es fácil. En tiempos de paz, el sistema patriarcal convierte a las mujeres en objetos y las sitúa en segundo lugar en las prioridades de la comunidad; en tiempos de conflicto, sus cuerpos son el campo de batalla, ya que la violación se utiliza como arma de guerra para destruir, no para obtener placer sexual“, considera en declaraciones a ‘Vida Nueva’ Justine Masika Bihamba, activista por la promoción y el respeto de los derechos de las mujeres en el país. Su organización local ‘Sinergia de mujeres para víctimas de violencia sexual’ ha beneficiado a más de 20.000 mujeres entre los 10 meses y los 80 años. “Las mujeres congoleñas no nos resignamos a ser sólo eso. Nos levantamos y luchamos cada día”, continúa. Aprenden a leer y escribir para administrarse mejor, se forman en oficios, fabrican jabón artesanal, se dedican al corte y la costura, crían ganado y cultivan”.

Las ONG Entreculturas y Alboan desarrollan desde hace siete años en la República Democrática del Congo el proyecto ‘Mujeres en marcha’, que promueve la recuperación física y psicológica de mujeres supervivientes de violencia sexual. Para ello, educadores y cooperantes se apoyan en defensoras de derechos humanos y organizaciones locales que trabajan en el empoderamiento de niñas y adultas que viven en comunidades rurales, espacios urbanos marginales y campos de refugiados, prestándoles acompañamiento psicosocial, acceso a educación (especialmente, la destinada a generar ingresos y pequeñas empresas), posibilidad de disponer de servicios de salud a nivel físico y psicológico, e incidencia política a través de la sensibilización a nivel local e internacional sobre la situación de las mujeres, y la generación de liderazgos femeninos que potencien sus oportunidades en la sociedad. A través de estos servicios, evolucionan desde una posición de vulnerabilidad dentro de la sociedad a ser dueñas de su propia vida.

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