Aunque firmado por el papa Francisco el 20 de marzo, mientras estaba ingresado en el Gemelli, el de este martes 25 es el primer mensaje de Jorge Mario Bergoglio que se difunde desde que haya sido de alta y se encuentre al fin en su residencia de Santa Marta.
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Significativamente, se dirige a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, que se creó ahora hace diez años y que se reúne en Roma del 24 al 28 de marzo.
“Precioso servicio”
En su texto, Francisco agradece su “precioso servicio” en la lucha contra los abusos en el seno de la Iglesia, así como en el acompañamiento a las víctimas que los han padecido. De hecho, “este es como ‘oxígeno’ para las Iglesias locales y las comunidades religiosas, porque, donde hay un niño o una persona vulnerable a salvo, allí se sirve y se honra a Cristo”.
Y es que, “sobre todo en los ámbitos más desfavorecidos, se concreta una verdad profética: la prevención de los abusos no es una manta que se extiende sobre las emergencias, sino uno de los cimientos sobre los que se construyen comunidades fieles al Evangelio. Por eso les expreso mi gratitud”.
Mucho más que protocolos
Como les ha animado el Papa, “su trabajo no se reduce a protocolos que aplicar, sino que promueve medidas de protección: una formación que educa, controles que previenen, una escucha que devuelve la dignidad. Cuando implementan prácticas de prevención, incluso en las comunidades más remotas, están escribiendo una promesa: que cada niño, cada persona vulnerable, encontrará en la comunidad eclesial un ambiente seguro”.
Con el fin de que “el motor de lo que debería ser para nosotros una conversión integral”, Bergoglio ha reclamado “tres compromisos” a los integrantes de la comisión encabezada por el cardenal Seán Patrick O’Malley. Si el primero de ellos es “hacer crecer el trabajo conjunto con los dicasterios de la Curia romana”, el segundo consiste en “ofrecer a las víctimas y a los supervivientes hospitalidad y cuidado de las heridas del alma, al estilo del buen samaritano”.
Entrañas de misericordia
Una misión en la que es fundamental “escuchar con el oído del corazón, para que cada testimonio no encuentre registros que rellenar, sino entrañas de misericordia de las que renacer”.
Finalmente, el último compromiso estriba en “construir alianzas con realidades extraeclesiales (autoridades civiles, expertos, asociaciones), para que la protección se convierta en un lenguaje universal”.
El Pontífice ha cerrado su mensaje reiterando su apasionado agradecimiento: “En estos diez años han hecho crecer en la Iglesia una red de seguridad. ¡Sigan adelante! Sigan siendo centinelas que velan mientras el mundo duerme. Que el Espíritu Santo, maestro de la memoria viva, nos preserve de la tentación de archivar el dolor en lugar de sanarlo”.