El papa Francisco: “Para Jesús, el pasado no es una carga”

En la catequesis prevista para la audiencia general de hoy, el Pontífice reflexiona sobre el encuentro de Cristo con la samaritana

El papa Francisco, en la carcel de mujeres de Giudecca (Venecia)

“Para ir a anunciar el Evangelio, primero tenemos que dejar la carga de nuestra historia a los pies del Señor, entregarle la carga de nuestro pasado. Solo las personas reconciliadas pueden llevar el Evangelio“. Es la moraleja que entresaca el papa Francisco del encuentro de Jesús con la samaritana, epicentro de la reflexión de la catequesis que debía haber pronunciado hoy en el marco de la audiencia general. Desde su residencia de Santa Marta, el Pontífice ha hecho llegar su meditación en la que subraya la importancia de sentirse amado como parte de la revelación y de abandonar las cargas del pasado para ir a anunciar el Evangelio.



Jorge Mario Bergoglio se centró en el diálogo de Cristo con la mujer para explicar cómo pide de beber porque tiene detecta la “sed de fe” de ella. “Jesús se encuentra con la samaritana al mediodía, el momento en que hay más luz. De hecho, es un momento de revelación. Jesús se da a conocer ante ella como el Mesías y, además, arroja luz sobre su vida. La ayuda a releer de una manera nueva su historia, que es complicada y dolorosa: ha tenido cinco maridos y ahora está con un sexto que no es su marido. El número seis no es casual, sino que suele indicar imperfección. Quizá sea una alusión al séptimo esposo, el que finalmente podrá saciar el deseo de esta mujer de ser amada de verdad. Y ese esposo solo puede ser Jesús”, agrega.

Cuando se da cuenta de que Jesús conoce su vida, la mujer cambia el tema a la cuestión religiosa que dividía a judíos y samaritanos -añade-. Esto nos pasa a veces también a nosotros cuando rezamos: en el momento en que Dios toca nuestra vida con sus problemas, a veces nos perdemos en reflexiones que nos dan la ilusión de un rezo exitoso”.

Jesús y la samaritana junto al pozo (Veronés)

La misión

En ese contexto, incida el Papa, a pesar de ser una mujer a la que no había que dirigir la palabra, según el contexto cultural, le ofrece la revelación. “Soy yo, el que habla contigo. Es como una declaración de amor: Aquel a quien esperas soy yo; Aquel que puede responder finalmente a tu deseo de ser amada“, continúa. De tal modo, “la mujer corre a llamar a la gente del pueblo, porque es precisamente de la experiencia de sentirse amada de donde surge la misión (…). Es una imagen que debería hacernos reflexionar sobre nuestra búsqueda de nuevas formas de evangelizar”, sentencia.

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