Los obispos extremeños llaman a actuar ante la crisis de la despoblación: “Nos preocupa la pérdida de los jóvenes”

  • En su carta ‘Por amor a nuestro pueblo’, piden soluciones ante el envejecimiento en la región
  • Los tres pastores alertan sobre los graves efectos del éxodo rural y proponen acciones para frenar la caída de población

Los obispos extremeños llaman a actuar ante la crisis de la despoblación: “Nos preocupa la

La pérdida de población en Extremadura y su progresivo envejecimiento es una realidad que preocupa profundamente a los obispos de la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz, Coria-Cáceres y Plasencia. En una carta conjunta titulada ‘Por amor a nuestro pueblo’, los tres pastores de la Iglesia en la región han manifestado su preocupación por el fenómeno conocido como “la Extremadura vaciada”, alertando sobre las graves consecuencias que esta tendencia tendrá para el futuro de los pueblos de la comunidad.



El documento, que se dirige a los fieles de la provincia eclesiástica, resalta las causas y los efectos de la despoblación que sufre la región, así como la falta de oportunidades y el envejecimiento de la población. Los obispos no solo denuncian esta grave situación, sino que también hacen un llamado a la acción tanto a las autoridades políticas como a los ciudadanos, pidiendo una respuesta decidida y un esfuerzo conjunto para revertir esta tendencia.

La “Extremadura vaciada”

La carta comienza haciendo referencia a la conocida como “España vaciada”, un fenómeno que afecta a muchas zonas rurales del país, donde la emigración masiva, especialmente en las décadas de los 50 y 60, dejó a los pueblos con una población cada vez más envejecida. Extremadura no es ajena a este problema, y los obispos destacan cómo la región ha experimentado una pérdida continua de habitantes, especialmente entre los jóvenes. “En enero de 2024, de los 388 municipios con que cuenta la región, 144 han visto aumentar su población, 231 han experimentado un descenso y en 13 la cifra se ha mantenido estable. Esto significa que Extremadura ha perdido habitantes durante la última década a un ritmo de doce al día, o sea, uno cada dos horas”, resaltan los obispos. Además, se estima que esta caída continuará en los próximos diez años, lo que pone en riesgo el futuro social y económico de la región.

Uno de los aspectos más dolorosos de este éxodo es la pérdida de jóvenes. “Entre 2012 y 2022, la región perdió casi 21.000 jóvenes de entre 15 y 24 años, lo que ha provocado un envejecimiento acelerado de nuestra población”, explican, destacando cómo el éxodo juvenil ha contribuido a que la tasa de envejecimiento en Extremadura siga creciendo desde los años 80.

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Esperanza en la adversidad

A pesar de la sombría realidad que los obispos describen, también hay espacio para la esperanza. “Hay familias que llegan atraídas por la calidad de vida y la posibilidad de teletrabajo, y están surgiendo iniciativas de emprendimiento en nichos laborales ligados a la producción propia del entorno rural”, subrayan en su carta. Los obispos también enfatizan la riqueza humana, cultural y natural de la región, factores que, en su opinión, pueden convertirse en motores para el desarrollo si se aprovechan adecuadamente. La esperanza, subrayan, debe ser el motor que impulse a las autoridades, a la sociedad civil y a la Iglesia a seguir luchando por un futuro mejor para Extremadura.

Unir fuerzas por el futuro de Extremadura

En su mensaje, los obispos piden una acción política decidida a todos los niveles: autonómico, nacional y europeo, para enfrentar la situación de emergencia que atraviesa la región. Aunque reconocen que la Iglesia no tiene una solución directa para estos problemas, su mensaje es claro: se necesita una respuesta conjunta que implique a las autoridades civiles y a todos los sectores de la sociedad.

Como señal de sensibilización ante esta problemática, los obispos han propuesto un acto simbólico para el próximo lunes 31 de marzo. A las 13:00 horas, las campanas de todas las parroquias de las tres diócesis de la provincia eclesiástica sonarán como un recordatorio de la gravedad de la situación y un llamado a la acción. Además, en las celebraciones litúrgicas del domingo 30 de marzo, se hará una mención especial a la problemática de la despoblación en las oraciones y las moniciones.

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