Jesús Fernández es desde hoy mediodía el nuevo obispo de Córdoba. Este leonés de 69 años, hasta ahora obispo de Astorga, toma el relevo de Demetrio Fernández, que ha pastoreado la diócesis andaluza desde 2010.
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Presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y la Promoción Humana, bajo su paraguas se encuentran todas las realidades en riesgo de exclusión, desde el empleo precario a los migrantes, pasando por los encarcelados, los enfermos… En esta misma línea, Fernández es el obispo responsable de Cáritas Española, esto es, el responsable de acompañar humana y espiritualmente a la plataforma eclesial que cuenta con la mayor red de apoyo a los descartados de nuestro país.
Ante la piedad popular
El nuevo obispo de Córdoba llega a su destino después de cinco años al frente de la Diócesis de Astorga. Antes, estuvo seis años como obispo auxiliar de Santiago de Compostela. De hecho, se llegó a hablar de él como un posible candidato para suceder a Julián Barrio.
Fernández da el salto de una región eminentemente rural y símbolo de la España vaciada a una de las diócesis que abandera la piedad popular. Y lo hace con la crisis superada sobre la titularidad de la catedral-mezquita de Córdoba. De esta manera, tiene al menos seis años por delante para pedalear por la tierra de adopción de san Juan de Ávila.