Ante la polémica generada con la resignificación, la Abadía del Valle de los Caídos defiende que este monumento está dedicado a la “reconciliación” y que “la resolución de concebirlo a la vez como cruz, templo y panteón común pudo haber sido la fórmula menos improcedente de cuantas era posible arbitrar”. También han remarcado que la cruz que preside el recinto es “el signo máximo de la pacificación” para dar lugar a una “nueva armonía”.
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Estas han sido las palabras de la comunidad benedictina en una nota publicada en su web, tras conocerse el acuerdo del Ejecutivo con la Santa Sede para resignificar el Valle de Cuelgamuros: “Su simbología conectaba con la necesidad de cicatrizar heridas, deponer antagonismos y volver a encontrarse juntos. El carácter sagrado de esos componentes conmemorativos parecía excluir otra idea que no fuera la de una nueva armonía bajo lo que es el signo máximo de la pacificación: la Cruz”, concretó.
Una controversia que persiste
La abadía reconoce también que “era difícil que la controversia no se prolongara en torno al monumento que lo recordaba”. Se calcula que en la Basílica están enterradas más de 33.700 personas de ambos bandos según los registros, o incluso más de 50.000 según otras estimaciones. Muchos de estos restos proceden de fosas comunes, lo que dificultó su contabilización. “No hay separación por bandos; están unos y otros entremezclados”, zanja la nota.
Los documentos fundacionales del Valle de los Caídos priorizan los fines religiosos, sociales y culturales para promover la concordia y la justicia entre los españoles. “El acento se pone directamente en los fines religiosos, no en la política”, recuerda la abadía. También se recalca la exclusión de actividades políticas en beneficio de las religiosas. Además, el monasterio benedictino del Valle tiene como misión coordinar estas funciones espirituales y culturales. “Sus monjes fundadores, procedentes de Silos, pertenecen a una orden religiosa cuya tradición ha unido más estrechamente ambas vertientes”, señala el comunicado.
La cruz y el culto se mantendrán
La Cruz del Valle de Cuelgamuros se mantendrá tras la resignificación que prepara el Gobierno, así como la comunidad benedictina y el culto en la Basílica, que no será desacralizada, según han confirmado tanto la Iglesia como fuentes gubernamentales. En cuanto a las intervenciones del templo, la archidiócesis de Madrid señala que se estudiarán respetando los criterios litúrgicos y el fin para lo que ha sido erigida la Basílica, garantizando un acceso independiente.
Más allá de estos puntos, según la archidiócesis, cualquier otro aspecto relacionado con la resignificación es competencia exclusiva de la Santa Sede y el Gobierno, que son las partes que han llevado a cabo las negociaciones. La archidiócesis añade que el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, ha participado en este proceso como interlocutor designado dentro de una comisión eclesial. En este marco, apunta que se ha producido un intercambio de “notas privadas”, según señala, sobre cómo articular la resignificación del Valle de los Caídos, “garantizando siempre el respeto a los elementos religiosos y la permanencia del culto en la Basílica”.
El 25 de marzo, la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos anunció el nombramiento del padre Alfredo Maroto Herranz como nuevo prior administrador, en sustitución de Santiago Cantera, que había expresado su oposición a las medidas del Gobierno ante la nueva decisión sobre el Valle.