“Formar la afectividad es una ardua tarea de vida”. Con estas palabras, el misionero claretiano Antonio Bellella inició esta mañana la cuenta atrás de la 54ª Semana Nacional para los Institutos de Vida Consagrada, que se celebrará del 23 al 26 de abril en el Aula Magna de la Universidad San Pablo-CEU de Madrid de manera presencial, aunque también se podrá participar en modalidad online.
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El director del Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR), promotor de este foro de reflexión, ahondó en un encuentro con la prensa las claves de esta edición que se centrará en el lema ‘Lo afectivo es lo efectivo. Fuerza y drama de la afectividad en la vida consagrada’.
Piedra angular
Para Bellella, en el “edificio” de la persona consagrada el corazón es una “piedra fundamental, angular”, con la mirada puesta en la reciente encíclica de Francisco ‘Dilexit nos’.
En este sentido, apuntó cómo hasta hace poco se vinculada lo afectivo con “impulsos tan fatuos como efectistas” y, de alguna manera, se identificaba con “lo inmaduro, con lo caprichoso, lo irracional, lo inconsistente, lo subjetivo y lo ingenuamente romántico”. “Hoy ya no es así”, expresó, convencido de que “la sensibilidad de la vida consagrada ha cambiado tanto que casi nadie niega la congruencia de la expresión ‘lo afectivo es lo efectivo’, descubriendo en la complejidad del mundo afectivo tanto una fuerza como un drama”.
Caminar hacia el abismo
Aun así, alertó de que todavía hoy hay quien piensa que “es posible construir la persona y acompañar su proceso, prescindiendo o relativizando su dimensión afectiva”. Justo después dejó caer que “no formar la afectividad es caminar hacia el abismo, aunque de momento se viva en el espejismo de una efectividad ilimitada”. “Basta pensar en consagrados muy efectistas y eficaces que por vivir una afectividad convulsa han causado enormes escándalos”, denunció.
En paralelo, constató una “nueva cultura” en la que “ya estamos sumergidos”, en el marco de una “tendencias actuales” en las que “se entremezclan elementos ambiguos”. “Hoy se privatizan los afectos, se secularizan los vínculos, se niega toda racionalidad (todo logos) a lo amoroso, se mira, percibe y siente de modo diferente al propio cuerpo, se reorganizan las fechas y los tiempos del amor, se resignifica la expresión de los afectos, etc.”, reflexionó en voz alta el misionero claretiano.
Ebullición social
Con este punto de partida, hizo hincapié en cómo, “directa o indirectamente, los consagrados participamos como espectadores inteligentes y perplejos en esta nueva ‘feria del amor’, en la que se construyen y deconstruyen sucesivamente las identidades personales”. “La sociedad está en ebullición afectiva”, subrayó, sabedor de que “las personas consagradas, aunque pretendan lo contrario, se ven conducidas o arrastradas por una realidad que les supera”.
Frente a esta encrucijada, Bellella planteó que el desafío de la afectividad ha de afrontarse de manera “interdisciplinar y diversificada”, “proactiva” e “identitaria”, en este caso, “centrado en el carácter específico de la vida consagrada, privilegiando lo bíblico, lo teológico, la espiritualidad y la pastoral”.