La Iglesia de las Antillas “es bastante resiliente y la experiencia de los huracanes lo confirma”, reconoce a Vida Nueva el secretario general de la Conferencia Episcopal de esta zona del Caribe, Donald Chambers.
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Este sacerdote jamaicano –que, junto a una delegación de laicos y obispos, ha participado en un encuentro regional promovido por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en República Dominicana– prosigue con la metáfora del huracán: “Comienzan fuera de la región, toman fuerza, entran a las islas y lo destruyen todo”.
Apenas superadas las secuelas de la pandemia del COVID-19, se suma ahora la acogida de venezolanos y haitianos que huyen de sus respectivos países. Sin embargo, hay un “huracán” que azota desde hace varios meses la región, sobre el que “no tenemos control”, y es el “huracán Donald Trump”.
Así se refiere al cierre de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) de la que recibían ayuda a través de Caritas Internationalis, sin duda un duro golpe para la misión pastoral de Antillas.
Sínodo en 2027
Antillas sigue caminando unida y celebrará su propio Sínodo en 2027. El anuncio del papa Francisco de una Asamblea Eclesial en 2028 allana este camino, que se ha dividido en tres fases: formación, escucha y asamblea.
Uno de sus mayores desafíos está en la resistencia del propio clero, al “desconocer la sinodalidad”. Es un trabajo “lento para convencerlos”.
La tarea es seguir ahondando en la conversión de relaciones y la conversión pastoral: “Muchos sacerdotes ya lo han hecho, incluso se entusiasman con ello”. Seguirán apostando por la formación, porque “hemos visto que permite un mayor diálogo fraterno”.
Por ahora, no hay huracán que valga. En medio de todo y todos, “siempre Dios proveerá”, pues aplican el lema del Año Jubilar: “La esperanza no defrauda”