El papa Francisco “no dejó nunca de gobernar la Iglesia”, tampoco durante su hospitalización, mientras en su actual convalecencia sigue tomando decisiones sobre los asuntos importantes y delega los rutinarios a sus colaboradores. Así lo ha explicado el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, en una entrevista publicada este sábado en el diario italiano Il Corriere della Sera y recogida por EFE.
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“Incluso en los días más difíciles de su hospitalización, que ya pasaron, gracias a Dios, el papa Francisco veía los expedientes” que se le presentaban sobre cuestiones de relevancia, “los leía y decidía en consecuencia”, cuenta Parolin.
Según destaca, en la Administración de la Iglesia “no hay cambios en lo esencial”, mientras Francisco prosigue su convalecencia de dos meses recomendada por los médicos tras su ingreso de 38 días en el Hospital Gemelli de Roma por una grave infección respiratoria.
“No todo tiene que pasar por el Papa”
“El Santo Padre necesita estar tranquilo y no cansarse demasiado. Se le presentan asuntos sobre los que sólo él puede y debe decidir. El gobierno de la Iglesia está en sus manos”, añade. Sin embargo, “hay muchas más cuestiones rutinarias sobre las que los colaboradores de la Curia pueden proceder incluso sin consultarle, basándose en indicaciones ya recibidas previamente y en las normas vigentes”, puntualiza Parolin.
“Los dicasterios de la Santa Sede trabajan en nombre del papa. Obviamente, todas las decisiones más importantes las debe tomar el pontífice, pero hay otras que se pueden adoptar solo dentro de cada dicasterio, siguiendo las directrices que el papa trazó”, añadió.
A su vez, aseguró que esta forma de proceder se aplicaba también cuando Francisco no estaba en convalecencia, según prevén las reglas que rigen la Curia Romana: “No todo tiene que pasar por el Papa. Tiene sus colaboradores en la Curia, a los que él mismo da instrucciones a seguir y el poder de tomar determinadas decisiones”.
“En casos especiales pueden delegarse otros poderes”, como para las ceremonias de canonización de los santos, cuando “es el papa quién debe pronunciar la fórmula” que formaliza el proceso, “aunque también ésta, si es necesario, puede delegarse a un colaborador que la pronuncia en nombre del pontífice”.