En el texto de la catequesis del Papa de este miércoles, distribuido por la Santa Sede debido a que Francisco continúa convaleciente, el Pontífice reflexiona acerca del pasaje del evangelio de Lucas en el que Zaqueo se encuentra con Jesús.
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“El Evangelio de Lucas presenta a Zaqueo como alguien que parece irremediablemente perdido. Quizás nosotros también nos sentimos así a veces: sin esperanza. Zaqueo, sin embargo, descubrirá que el Señor ya lo estaba buscando”, dice el Papa.
“De hecho, Jesús bajó a Jericó, ciudad situada bajo el nivel del mar, considerada imagen del infierno, donde Jesús quiere ir a buscar a quienes se sienten perdidos”, continúa. “Y en realidad el Señor Resucitado sigue descendiendo al infierno de hoy, a los lugares de guerra, al dolor de los inocentes, al corazón de las madres que ven morir a sus hijos, al hambre de los pobres”.
Y es que, tal como señala el Papa, Zaqueo “en cierto sentido está perdido”. Además, Lucas “insiste de hecho en describir las características de este hombre: no sólo es un publicano, es decir, alguien que recauda impuestos de sus conciudadanos para los invasores romanos, sino que incluso es el jefe de los publicanos, como si quisiera decir que su pecado se ha multiplicado”. Asimismo, el evangelista “añade luego que Zaqueo es rico, dando a entender que se ha enriquecido a costa de otros, abusando de su posición. Pero todo esto tiene consecuencias: Zaqueo probablemente se siente excluido, despreciado por todos”.
Una mirada de misericordia
Pero “cuando oye que Jesús pasa por la ciudad, Zaqueo siente el deseo de verlo”, y “como un niño, sube a un árbol. Debió haber sido un buen punto de observación, especialmente para mirar sin ser visto, escondiéndose detrás del follaje”. Cuando Jesús le ve, le pide que baje enseguida, y le dice “¡Hoy es necesario que me quede en tu casa!». ( Lc 19,5)”. “Dios no puede pasar sin buscar al perdido”, subraya el Papa.
“Lucas resalta la alegría en el corazón de Zaqueo. Es la alegría de quien se siente visto, reconocido y sobre todo perdonado. La mirada de Jesús no es de reproche, sino de misericordia”. Es esa, dice Francisco, “la misericordia que a veces nos cuesta aceptar, especialmente cuando Dios perdona a quienes pensamos que no lo merecen. Murmuramos porque quisiéramos poner límites al amor de Dios”.
Finalmente, Zaqueo, después de escuchar las palabras de perdón de Jesús, “se pone de pie, como si hubiera resucitado de su condición de muerto. Y se levanta a asumir un compromiso: devolver cuatro veces lo que robó. No es un precio a pagar, porque el perdón de Dios es gratuito, sino es el deseo de imitar a Aquel que nos amó. Zaqueo asume un compromiso que no estaba obligado a hacer, pero lo hace porque entiende que esa es su manera de amar”.
“Queridos hermanos y hermanas”, concluye el Papa, “aprendamos de Zaqueo a no perder la esperanza, incluso cuando nos sentimos excluidos o incapaces de cambiar. Cultivemos nuestro deseo de ver a Jesús, y sobre todo dejémonos encontrar por la misericordia de Dios que siempre viene a buscarnos, en cualquier situación en la que nos encontremos perdidos”.