Ir a la cárcel es “la última forma de protesta que me queda”. Así se ha manifestado este 1 de abril el jesuita alemán Jörg Alt en un comunicado remitido a Vida Nueva. Comprometido por combatir las consecuencias del cambio climático, el pasado 28 de enero se celebró la vista de la apelación presenta por el religioso junto a la doctora Cornelia Huth y el estudiante Luca Thomas. Los tribunales confirmaron la culpabilidad por haber llevado una protesta ecológica que implicó el corte del tráfico de una plaza de Múnich el 16 de agosto de 2022.
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Una protesta climática
Alt ya está en prisión en Núremberg para cumplir una pena sustitutiva de 25 días de prisión tras negarse a pagar una multa de 500 euros o rechazar la propuesta del tribunal de realizar trabajos comunitarios. Todavía está pendiente otro caso por una acción de este tipo en Múnich. “No me gusta hacer esto, especialmente porque mi salud ya no es la mejor a la edad de 63 años”, señaló en su escrito remitido a esta revista, “pero no veo otra alternativa, porque es la última forma de protesta que me queda en este caso concreto para llamar la atención sobre cuestiones importantes” sobre el cambio climático.
El jesuita pidió también donativos porque ha declarado: “No quiero que el contribuyente pague los gastos de prisión que he causado por razones de conciencia”. Por ello pagará 4.500 euros a la cuenta en la que debería haber pagado su condena para no ser una carga para el erario público.
Además, envió una carta los líderes de la CDU/CSU y el SPD, los principales partidos políticos de la nueva coalición, para que reduzcan más rápidamente sus emisiones de dióxido de carbono. “Igualmente preocupantes son los rumores de que se van a recortar drásticamente los fondos destinados a los países pobres del Sur Global, que necesitan para combatir la pobreza y adaptarse al cambio climático”, ha denunciado.