La decisión del papa Francisco de disolver el Sodalicio de Vida Cristiana, movimiento peruano salpicado por abusos y corruptelas de diversa índole, se extiende a todas las entidades con las que tiene vinculación. Prueba de ello es que este 1 de abril el sacerdote español, Jordi Bertomeu, ha materializado “la liquidación” de la Fraternidad Mariana de la Reconcilación, la rama femenina de consagradas fundada en 1991 en Lima, dentro del engranaje creado por Luis Fernando Figari, que incluye otros tres institutos.
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Así se recoge en un comunicado en el que se explica que Bertomeu “ha intimado el decreto de supresión de esta sociedad de vida apostólica de derecho diocesano” a la superiora general, Luciane Vieira, y a su ecónoma Florencia Silva. Ambas se convertirán a partir de ahora en las responsables de afrontar este cierre desde el punto de vista administrativo.
Respaldo papal
El decreto fue firmado el pasado 14 de enero de por Simona Brambilla, prefecta del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y “aprobado en forma específica el mismo día por el papa Francisco”.
En esa misma nota oficial se aclara que todos los institutos ligados al Sodalicio desparecen por “la falta de carisma de origen divino en el fundador, así como en los abusos y el comportamiento impropio y abusivo de Figari y de muchos colaboradores”. Aunque se reconoce el “recorrido propio” y el intento de “renovación” de estos grupos, de la misma manera se admiten “formas abusivas psicológicas y de conciencia en su seno”.
Compasión y solidaridad
El comunicado valora la “docilidad y obediencia final” de las fraternas ante este final y su disponibilidad en la “liquidación de bienes”, más allá del “dolor” que causa la decisión. De la misma manera, se enfatiza “su compasión y solidaridad” con las víctimas de lo que se describe como un “sistema sectario”.
La nota que se recoge en la web de la Fraternidad ya extinta da cuenta de que Bertomeu mantuvo dos encuentros con las consagradas en febrero de 2025, donde aclaró que pueden continuar con “su entrega al Señor en las diferentes modalidades previstas por el código de derecho canónico, ya sea a título personal ya sean asociadas”. “La Iglesia valora infinitamente la consagración en cada una de vosotras y desea custodiarla de la mejor manera posible”, expone el comisario pontificio en una carta dirigida a las mujeres, ofreciéndose para “comenzar en cada una de vosotras una nueva experiencia” con la condición de ir “purificando y modificando lo que sea necesario”.