Según acaba de anunciar Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), dos religiosas han sido asesinadas en Haití. El crimen, cometido por una banda armada (buena parte del territorio haitiano está en manos de grupos criminales) en Mirebalais, se ha llevado por delante la vida de dos hermanas de la Congregación de las Hermanitas de Santa Teresa del Niño Jesús: Evanette Onezaire y Jeanne Voltaire.
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El trágico suceso se produjo el lunes 31 de marzo, cuando los asaltantes entraron en su misión. Como detalla ACN, las consagradas pudieron esconderse “con otras personas en una vivienda”. Pero, “lamentablemente, los atacantes descubrieron su escondite y asesinaron a todo el grupo”.
Fuga masiva
Max Leroy Mésidor, arzobispo de Puerto Príncipe, confirma a la entidad eclesial en estos términos: “Durante este ataque, hubo varios asesinatos, incluidas las dos hermanas de la congregación local de las Hermanitas de Santa Teresa del Niño Jesús”. Además, “todos los prisioneros” que estaban encarcelados en municipio, “se han fugado”. La consecuencia es que “los bandidos ocupan la ciudad”.
El prelado también ha detallado a ACN cómo el panorama es, si cabe, aún más sombrío: “Veintiocho parroquias del Arzobispado de Puerto Príncipe están cerradas, mientras que alrededor de cuarenta funcionan a un ritmo reducido debido al control de las bandas en sus barrios. Los sacerdotes se han visto obligados a huir, buscando refugio con sus familias o con otros clérigos. Necesitan ayuda. El arzobispado también está en dificultad”.
Un país en llamas
Mésidor, en clave espiritual, reconoce que, “aquí en Haití, nuestra Cuaresma está siendo verdaderamente un calvario, pero la ofrecemos en comunión con los sufrimientos de Cristo. Haití está en llamas y requiere ayuda con urgencia. ¿Quién vendrá a ayudarnos?”.
El día antes del crimen, el arzobispo ya había escrito una carta dirigida a la vida religiosa de Puerto Príncipe. Una misiva en la que lamentaba dolido que “estamos viviendo uno de los peores momentos de nuestra historia como pueblo. Para no echar sal en la herida, me abstengo de enumerar todo lo que están soportando como consecuencia de la inseguridad generalizada que ha afectado a nuestros compatriotas durante varios años”.
Un drama para los religiosos
Sin embargo, añadía, “no puedo evitar relatar algunos eventos de las últimas dos semanas: comunidades religiosas han sido desplazadas, muchas de sus escuelas están cerradas, hermanas ancianas y enfermas han tenido que ser evacuadas en plena noche y congregaciones han tenido que abandonar sus casas de reposo sin un lugar donde alojar a las hermanas enfermas”.
“La lista de congregaciones religiosas en dificultad es larga. No tengo palabras para describir lo que está ocurriendo actualmente en Puerto Príncipe, capital de Haití. Es una realidad increíble. La vida consagrada participa activamente en el sufrimiento de nuestro pueblo”, concluía la misiva Mésidor.