50 años de ‘casa y familia’: los Franciscanos de la Cruz Blanca celebran su caminar en la Iglesia

Acaba de cumplirse medio siglo de su aprobación canónica y siguen con su vocación de entrega y servicio a ejemplo de su fundador, Fray Isidoro Lezcano

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En este año 2025, la Familia de la Cruz Blanca conmemora medio siglo de su caminar en la Iglesia, marcando 50 años de entrega y servicio desde su aprobación canónica el 27 de marzo de 1975 en Tánger. Esta fecha emblemática quedó sellada por la mano del entonces arzobispo de la diócesis, Fray Carlos Amigo Vallejo, siempre considerado un padre y amigo para los hermanos. Siendo un joven voluntario de 25 años en el hospital, Isidoro Lezcano, su fundador, se dedicó a cuidar de los enfermos incurables y de quienes no tenían un hogar. Su deseo era crear un lugar donde todos pudieran sentirse acogidos y contribuir en las tareas del hogar. Este sueño se hizo realidad y su legado perdura hasta hoy.



Un camino de fe

Fray Isidoro fue un hombre humilde que descubrió a Dios en la vida cotidiana y aprendió a confiar en la Providencia. La misión de Cruz Blanca se centra en colaborar en la construcción de una sociedad más justa y fraterna. Y para ello ofrecen espacios que promueven, defienden y cuidan la vida, facilitando el desarrollo integral de las personas más vulnerables desde un pensamiento humanista cristiano. Así lo señala a Vida Nueva Luis Miguel Martell, el Superior general: “Nuestro horizonte siempre ha estado marcado por vivir en fidelidad creativa los valores fundacionales haciendo vida el mandamiento de Jesús: ‘Amaos los unos a los otros como yo os he amado’, estando atentos a las vulnerabilidades emergentes con un oído en el evangelio y otro en las personas más vulnerables”.

Presencia y servicio: compromiso internacional

Con 32 casas familiares y 16 centros de la Fundación Cruz Blanca, el compromiso de esta familia religiosa trasciende fronteras. Su labor se extiende a distintos territorios y comunidades autónomas de España, así como a presencias internacionales en Marruecos, Venezuela y Argentina. Anualmente, más de 22.000 personas reciben atención en Cruz Blanca en diversos ámbitos: personas con discapacidad, salud mental y trastornos de conducta; personas mayores en situación de dependencia; niños, niñas, adolescentes y jóvenes vulnerables; personas sin hogar y en situación de exclusión social; personas migrantes; víctimas de trata de seres humanos y explotación sexual; y personas en situación de ayuda humanitaria. Tal y como nos ha explicado Luis Miguel, “queremos ser fermento de caridad en el mundo actual; gotas humanizantes en medio de la exclusión y la marginalidad; aportando calidad a nuestros servicios y la calidez de ser casa y familia”.

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Fray Isidoro Lezcano, fundador de la Cruz Blanca.

Celebrando 50 años

El lema del 50 aniversario, “50 años de casa y familia”, refleja el corazón de lo que Cruz Blanca representa. Las celebraciones tendrán lugar durante todo el año en las distintas zonas geográficas donde están presentes. El punto de partida será el 27 de marzo en Tánger, ciudad que vio nacer a la congregación y la conmemoración se alargará hasta el año que viene, el cierre de este año jubilar será el 27 de marzo de 2026 en Córdoba donde el carisma franciscano estará muy presente: “Cruz Blanca es una familia, es un espacio de convivencia plural y variado en el que comparten vida personas asistidas, profesionales, personas voluntarias y hermanos; personas dispuestas a compartir lo que son y lo que tienen, propiciando el espacio necesario en el que cada uno pueda desarrollarse y crecer”, destaca el Superior general.

En este aniversario, la Fundación se siente profundamente agradecida por el acompañamiento de la Iglesia, de los profesionales, voluntarios, instituciones públicas y privadas, administraciones locales y autonómicas, y todas las personas de buen corazón que han sido parte de esta misión. “El mensaje de Jesús de Nazaret nos interpela continuamente y nos invita a acercarnos a las personas con entrañas de misericordia, priorizando el sufrimiento del otro al que consideramos nuestro hermano y hermana sin ninguna discriminación. Queremos que nuestros abrazos curen, que nuestras palabras inspiren, que nuestras sonrisas transmitan confianza, que nuestra mirada arrope, que nuestros oídos comprendan y que nuestro corazón contagie el amor sin límites de Jesús”, subraya Luis Miguel.

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