Francisco se suma al Jubileo de los enfermos y del mundo de la salud con su convalecencia

Más de 20.000 peregrinos atravesaron la Puerta Santa de la basílica de San Pedro en el Vaticano este sábado 

Francisco se suma al Jubileo de los enfermos y del mundo de la salud con su convalecencia

Aunque el papa Francisco siga con su recuperación, los actos del Jubileo 2025 continúan con su intenso calendario. Este sábado, 5 de abril, más de 20.000 peregrinos atravesaron la Puerta Santa de San Pedro en el Jubileo de los enfermos y del mundo de la salud, incluyendo mucha gente en sillas de ruedas, voluntarios y personal sanitario. Un fin de semana cuyo momento más significativo ha sido la misa en la Plaza de San Pedro presidida por Rino Fisichella, Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, que ha leído la homilía preparada por el Papa.



Muchos de los peregrinos proceden de diferentes residencias de ancianos otros son voluntarios de entidades sanitarias o de la pastoral de la salud. También están los capellanes de hospitales o miembros de movimientos y congregaciones con una fuerte presencia en este campo de misión. Todos ellos han recordado además a Francisco, enfermo como ellos por quien han rezado intensamente.

Brota la esperanza

En la homilía, dentro del 5º Domingo de Cuaresma, Fisichella, responsable del Año Jubilar, fue el encargado de poner voz a las palabras preparadas por Francisco. quien presenta la situación del pueblo de Israel en el exilio de Babilonia, en el que “el horizonte aparece cerrado, el futuro oscuro, cualquier esperanza frustrada. Todo podría inducir a los exiliados a rendirse, a resignarse amargamente, a dejar de sentirse bendecidos por Dios”; sin embargo “el Señor invita a acoger algo nuevo que está naciendo” ya mismo.

Esto que brota, es “un nuevo pueblo” que “derribadas las falsas seguridades del pasado, ha descubierto lo que es esencial, permanecer unidos y caminar juntos a la luz del Señor”, que “ha aprendido a encontrar al Señor de … en la conversión del corazón”, “en la práctica del derecho y la justicia, en el cuidado del pobre y necesitado, en las obras de misericordia”.

En el evangelio de la mujer adúltera (cf. Jn 8,1-11), para ella “tampoco parece que haya esperanza”, pero Dios no la abandona” ya que “Jesús entra en su vida, la defiende y la rescata de esa violencia, dándole la posibilidad de comenzar una existencia nueva”. Por ello, el Papa invitó a “renovar, en el camino cuaresmal, la confianza en Dios, que está siempre presente, cerca de nosotros, para salvarnos”, “especialmente cuando las pruebas se hacen más duras, su gracia y su amor nos abrazan con más fuerza para realzarnos”, reiteró.

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Dios en la enfermedad

Pensando en los peregrinos, destacó que “la enfermedad es una de las pruebas más difíciles y duras de la vida, en la que percibimos nuestra fragilidad”, pero “incluso en estos momentos, Dios no nos deja solos y, si nos abandonamos en Él, precisamente allí donde nuestras fuerzas decaen, podemos experimentar el consuelo de su presencia”, la de quien “quiso compartir en todo nuestra debilidad y sabe muy bien qué es el sufrimiento”. “A Él le podemos presentar y confiar nuestro dolor, seguros de encontrar compasión, cercanía y ternura.

Pero no sólo eso; en su amor confiado, Él quiere comprometernos para que también nosotros podamos ser “ángeles” los unos para los otros, mensajeros de su presencia, hasta el punto que muchas veces, sea para quien sufre, sea para quien asiste, el lecho de un enfermo se puede transformar en un “lugar sagrado” de salvación y redención”, instó el Papa.

A los sanitarios, Francisco les recordó que “el Señor les ofrece la oportunidad de renovar continuamente su vida, nutriéndola de gratitud, de misericordia y de esperanza”. “Permitan que la presencia de los enfermos entre como un don en su existencia, para curar sus corazones, purificándolos de todo lo que no es caridad y calentándolos con el fuego ardiente y dulce de la compasión”, alentó.

Desde su situación, el pontífice compartió que vive ahora “la experiencia de la enfermedad, de sentirnos débiles, de depender de los demás para muchas cosas, de tener necesidad de apoyo. No es siempre fácil, pero es una escuela en la que aprendemos cada día a amar y a dejarnos amar, sin pretender y sin rechazar, sin lamentar y sin desesperar, agradecidos a Dios y a los hermanos por el bien que recibimos, abandonados y confiados en lo que todavía está por venir”. “Afrontar juntos el sufrimiento nos hace más humanos y compartir el dolor es una etapa importante de todo camino hacia la santidad”, reiteró citando a Benedicto XVI.

Entrada Por La Puerta Santa De Los Peregrinos Del Jubileo De Los Enfermos

Entrada por la Puerta Santa de los peregrinos del Jubileo de los enfermos

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