El papa Francisco irrumpe en la Plaza de San Pedro: “¡Feliz Domingo de Ramos! ¡Buena Semana Santa!”

  • El Pontífice se presentó sin la cánula para el oxígeno al final de la eucaristía para bendecir a los miles de participantes en la celebración
  • El cardenal Leonardo Sandri presidió la eucaristía en la que pronunció la meditación escrita por el Pontífice argentino

El papa Francisco, en la Plaza de San Pedro durante el Domingo de Ramos

La Semana Santa vaticana arrancó esta mañana con la participación final del papa Francisco en la Plaza de San Pedro al concluir la eucaristía del Domingo de Ramos, pero sí con una presencia latente a través de la homilía firmada por él que entonó el vicedecano del Colegio Cardenalicio, el cardenal Leonardo Sandri. “¡Feliz Domingo de Ramos! ¡Buena Semana Santa!”, exclamó el Pontífice desde el altar, que llegó en su silla de ruedas y sin la cánula para el oxígeno. Durante los minutos que permaneció en el lugar, saludó a algunos fieles, religiosos y cardenales.



Más allá de esta nueva sorpresa papal, las diez de la mañana comenzó el tradicional rito de las palmas que rememora la entrada de Jesús en Jerusalén con el respaldo de miles de fieles, mientras el Pontífice argentino lo seguía en directo desde la cercana residencia de Santa Marta. Después de 38 días de ingreso hospitalario por una neumonía bilaterial, Jorge Mario Bergoglio cumplía con la convalecencia de dos meses impuesta por su equipo médico para frenar la infección polimicrobiana que sufre.Aun en la distancia, las escapadas que ha protagonizado estos días a las basílicas de San Pedro y Santa María la Mayor, así como la audiencia a los reyes de Inglaterra, han podido visibilizar la lenta pero segura mejoría del Sucesor de Pedro.

El papa Francisco, en la Plaza de San Pedro durante el Domingo de Ramos

El papa Francisco, en la Plaza de San Pedro durante el Domingo de Ramos

Hermanos, hermanas, para experimentar este gran milagro de la misericordia, decidamos durante la Semana Santa cómo llevar la cruz; no al cuello, sino en el corazón. No sólo la nuestra, sino también la de aquellos que sufren a nuestro alrededor”. Fue el encargo que hizo el Papa a cuantos participaban de la misa de Ramos, tanto en la plaza como al otro lado de las pantallas. A partir de ahí, Francisco instó a los católicos a convertirse en “cireneos los unos para los otros” por voluntad propia, esto es, en el hombre que ayudó a Cristo a llevar la cruz,  que en su caso lo hizo por obligación. “Este es precisamente el modo, inesperado y desconcertante, en el que el Cireneo se ve involucrado en la historia de la salvación, donde ninguno es extranjero, ninguno es ajeno”, apostilló el Papa.

¿Los reconocemos?

“¡Cuántos cireneos llevan la cruz de Cristo! ¿Los reconocemos? ¿Vemos al Señor en sus rostros, desgarrados por la guerra y la miseria?”, expuso el obispo de Roma. “Frente a la atroz injusticia del mal, llevar la cruz nunca es en vano, más aún, es la manera más concreta de compartir su amor salvífico”, añadió.

Celebración del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro del Vaticano. EFE

Celebración del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro del Vaticano. EFE

Para Bergoglio, “la pasión de Jesús se vuelve compasión cuando tendemos la mano al que ya no puede más, cuando levantamos al que está caído, cuando abrazamos al que está desconsolado”.

Celebración del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro del Vaticano. EFE

Celebración del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro del Vaticano. EFE

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