La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés), pidió al Congreso la aprobación de la Ley de Protección de la Fuerza Laboral Religiosa (RWPA, por sus siglas en inglés), pues con ello se “promovería el libre ejercicio de la religión en nuestro país para el beneficio de todos los estadounidenses”.
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En una carta dirigida a los legisladores de ese país, el presidente de la USCCB y arzobispo para los Servicios Militares, Timothy P. Broglio, y el presidente del Comité de Migración de la USCCB y obispo de El Paso, Mark J. Seitz, apoyaron la iniciativa de ley presentada la semana anterior por senadores estadounidenses, entre ellos el demócrata por Virginia, Tim Kaine y la republicana por Maine, Susan Collins.
Los obispos elogiaron el “firme liderazgo” de los senadores Kaine y Collins “al abordar este desafío nacional”; la ley -de acuerdo con sus promotores- permitiría a los inmigrantes con visa R-1 “permanecer en Estados Unidos mientras esperan la residencia permanente”.
Brindar flexibilidad a los trabajadores religiosos
En ese contexto, los obispos de Estados Unidos explicaron que no podrían “atender las diversas congregaciones, que reflejan la rica diversidad de nuestra sociedad en general, sin los hombres y mujeres fieles que vienen a servir a través del Programa de Visas para Trabajadores Religiosos”.
Por lo anterior, instaron a los legisladores a impulsar una “fuente de alivio muy necesaria” para las comunidades de todo Estados Unidos mediante la aprobación de la Ley de Protección de la Fuerza Laboral Religiosa, bipartidista y bicameral.
Su aprobación, añadieron, “promovería el libre ejercicio de la religión en nuestro país para beneficio de todos los estadounidenses. La RWPA es una medida simple y específica que, de promulgarse, se basaría en precedentes legales vigentes para brindar flexibilidad a los trabajadores religiosos nacidos en el extranjero y a sus empleadores en Estados Unidos, quienes enfrentan un creciente retraso en la categoría de visas de cuarta preferencia (EB-4) basadas en el empleo”.
Con la ley los trabajadores religiosos podrían recibir la residencia permanente
Debido a ese retraso -detallaron- “quien solicite hoy a través de la categoría EB-4 se vería obligado a esperar más de una década antes de obtener la residencia permanente en Estados Unidos. Esto afecta la diversidad de tradiciones religiosas que dependen del Programa de Visas para Trabajadores Religiosos”.
Bajo la RWPA, manifestaron los obispos, “quienes ya se encuentran en Estados Unidos con una visa R-1 (normalmente con un límite de cinco años) y han solicitado la residencia permanente podrán permanecer en el país con su estatus actual de no inmigrante por períodos renovables de tres años hasta que puedan recibir una tarjeta de residencia permanente”.
“De no existir esta exención, los titulares de visas R-1 que esperan un ajuste de estatus se ven obligados a abandonar el país y sus ministerios. Además, bajo las regulaciones vigentes, quienes se encuentran en esta situación no pueden regresar con una visa R-1 posterior durante al menos un año, lo que genera dificultades significativas para los trabajadores, sus empleadores y las personas a las que sirven. Ya se han dado numerosos casos de esto, tanto con católicos como con no católicos”, agregaron.
Zonas rurales o aisladas, las más beneficiadas por los trabajadores religiosos
La USCCB destacó en su comunicado que “los beneficiarios del Programa de Visas para Trabajadores Religiosos ofrecen una variedad de servicios y desempeñan un papel fundamental en el fomento del ejercicio religioso de los estadounidenses comunes”.
“En el contexto católico, estos trabajadores incluyen sacerdotes, hombres y mujeres de órdenes y congregaciones religiosas, y otros laicos que prestan servicios en una amplia gama de ministerios. Algunas parroquias, especialmente las de zonas rurales o aisladas, se verían privadas de acceso regular a los sacramentos si no fuera por estos trabajadores religiosos”, explicó.
Además, señaló el episcopado, las diócesis con grandes poblaciones inmigrantes dependen de los trabajadores religiosos nacidos en el extranjero por su experiencia lingüística y cultural: “En resumen, un número cada vez mayor de familias estadounidenses no podrán practicar los principios básicos de su fe si no se aborda esta situación. Asimismo, los hospitales se quedarán sin capellanes, las escuelas sin maestros y los seminarios sin instructores”.