El Vaticano frena en seco cualquier intento de que los donativos por las intenciones de las misas por vivos o difuntos puedan convertirse en un negocio o se pueda tergiversar su sentido original. Así se desprende de un decreto elaborado por el Dicasterio para el Clero, avalado por la firma del papa Francisco y que entrará en vigor el 20 de abril.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Según explican desde la Santa Sede, el nuevo marco normativo busca “garantizar la transparencia, la rectitud y el respeto a la voluntad de los fieles” frente a “ciertas prácticas que se han dado de forma abusiva en diversos lugares”. El Decreto deja claro que sí se pueden dar una “limosna” al sacerdote que celebre la eucaristía, pero que las intenciones de las misas no pueden convertirse literalmente en una “venta” o un “comercio”, y, por tanto, en “un acto simoníaco”.
Referente canónico
El documento se remite al Código de Derecho Canónico para recordar que el cura pueda recibir un donativo para que “pueda aplicar la misa según una intención específica”. Además, es consciente de que los fieles pueden y deben colaborar con “la manutención de sus ministros sagrados”, y apunta que “los que sirven al altar tienen derecho a vivir del altar”. Pero, a la vez, citando a la exhortación programática de Francisco, ‘Evangelii gaudium’, deja caer que los presbíteros, en ocasiones, “actuamos como controladores de la gracia y no como facilitadores”.
Además el Dicasterio del Clero, apunta que “se ha expresado varias veces la prohibición de aplicar una sola misa por varias intenciones, para las que se han aceptado varias ofrendas respectivamente”. De la misma manera, se aclara que “la falta de aplicación de una Misa en relación con la ofrenda aceptada” también es ilícito, al igual que “sería la sustitución de la aplicación prometida en la Misa por la única ‘intención de oración’ durante una celebración de la Palabra o por una simple mención en ciertos momentos de la celebración eucarística”.
Sacramentos sin coste
Treinta y cuatro años desde la entrada en vigor del Decreto ‘Mos iugiter’, que de alguna manera ya intentó poner orden en esta materia, se ha actualizado la legislación eclesial para “hacerla aún más explícita en la exclusión de ciertas prácticas que han ocurrido ilegalmente en varios lugares”.
“El ministro, además de las ofrendas determinadas por la autoridad competente, no debe pedir nada para la administración de los sacramentos, evitando siempre que los más necesitados se vean privados de la ayuda de los sacramentos a causa de la pobreza”, sentencia. De la misma manera, se subraya que el presbítero debe “celebrar la Misa por las intenciones de los fieles, especialmente de los más pobres, incluso sin recibir ninguna ofrenda”.
Para que haya un control sobre estos actos, “las intenciones, las ofrendas y la celebración se anoten cuidadosamente en el registro correspondiente, así como examinando estos registros cada año, personalmente o a través de otros”.
Misas colectivas
Desde el Dicasterio del Clero muestran su preocupación porque situaciones como la falta de clero “capaz de satisfacer las peticiones” derive en lo que ya se denominan “misas colectivas”. “Debe ser considerado como un abuso y podría generar progresivamente en los fieles el hábito de ofrecer el Óbolo de Pedro para la celebración de las Misas según las intenciones individuales, extinguiendo una costumbre muy antigua de saludar a las almas individuales y a toda la Iglesia”, sentencia el Vaticano.
Sobre esta cuestión, la nueva normativa distingue entre la aplicación de la misa a una intención específica (aunque sea “colectiva”) y el mero recuerdo en el curso de una celebración de la Palabra o en ciertos momentos de la celebración eucarística. En este último caso, Roma subraya que “la aceptación de ofertas” es “gravemente ilegal”, por lo que llama a los obispos locales a adoptar “medidas disciplinarias y/o penales para erradicar este deplorable fenómeno”.
Permiso de los fieles
“Los sacerdotes pueden aceptar varias ofrendas de oferentes separados, combinándolas con otras y satisfaciéndolas con una sola misa, celebrado según una única intención ‘colectiva’, si -y sólo si- todos los licitadores han sido informados y han dado su consentimiento libremente”, detalla el texto, subrayando que debe haber un “consentimiento explícito”.
Incluso se detalla que “cada comunidad cristiana debe tener cuidado de ofrecer la posibilidad de celebrar misas diarias de intención individual, para las cuales el consejo provincial o la reunión de los obispos de la provincia fije el salario establecido”.
También se adentra en casuísticas tales como el hecho de que un sacerdote celebre la eucaristía varias veces, incluso con intenciones colectivas. En este contexto, también se permite “retener una sola ofrenda diaria por una sola intención entre las aceptadas”. Además se invita a los obispos a que envíen los donativos, cuando ya se han cubierto las necesidades básicas, “a las parroquias necesitadas de su propia diócesis o de otras diócesis, especialmente en los países de misión”.