“Vayamos con nuestra misión sacerdotal a enamorar el mundo herido y abatido. Junto con los laicos, anunciemos que el amor de Jesús consiste en dar la vida”. Fue el llamado del cardenal Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, con el arranque de la Semana Santa.
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El purpurado, junto con su presbiterio, enfilan baterías para salir al encuentro de los descartados en Bogotá. Para ello, recomendó “volver al amor primero”, es decir, el sacerdocio.
“Por amor somos sacerdotes”, señaló. Es un estilo de vida que no depende del mérito propio, sino de la “misericordia de Dios”. Recordó que cada uno fue elegido para evangelizar con palabras y acciones.
La tarea de todo sacerdote – continuó Rueda – es el servicio, caminar con su pueblo y profesar la fe “en medio de la noche oscura”. En ese torrente de esperanza calma la sed de los caminantes.
Fuerza que viene de Dios
Alegría misionera. Fue la palabra que el purpurado regaló a su clero y, tomando la figura de Moisés en el desierto, abordó el cansancio espiritual que muchos pastores pueden experimentar en su misión.
Pero ha recordado que la fuerza “viene de la oración, la comunidad y la amistad con Dios”, puesto que cansarse forma parte de la fragilidad humana, mientras que el impulso viene dado por el Espíritu Santo.
En este sentido, la gracia sacerdotal se revitaliza en la figura de Jesús, porque “en él tenemos los ojos clavados” y al contemplarlo “debemos dejarnos transformar por su amor”.
Ha pedido a toda la feligresía “no dejar de rezar por sus pastores” como también a renovar su compromiso bautismal. Llamó a vivir esta Semana Santa con esperanza.
Toda vez que ha pedido a todos los miembros del clero “a ser instrumentos de misericordia y consuelo, y a anunciar con valentía que el amor es más fuerte que la muerte”.
Foto: Arquidiócesis de Bogotá