(José Mª Rodríguez Olaizola– Sociólogo jesuita)
“Buceando en algunas de esas páginas, uno se da cuenta del enorme potencial que tiene la Red como espacio para proclamar el Evangelio. Son nuevos púlpitos, con luces y sombras. Entre las sombras, quizás lo peor es que demasiado a menudo se convierten en altavoces para los convencidos de algo, juguetes para la polémica que entusiasman a los propios y repelen a los ajenos”
Proliferan en todas las latitudes las webs religiosas, foros virtuales donde creyentes de toda inclinación se encuentran. Hay información eclesial, espacios para orar, propuestas de materiales pastorales, y principalmente, lugares en los que se puede opinar sobre lo divino y, sobre todo, lo humano de nuestra fe.
Los espacios de opinión son rincones interesantes, por lo que cuentan y por cómo lo cuentan. Es imposible sintetizar lo que ocurre en dichos espacios. La diversidad es enorme, tanto como la pluralidad en la Iglesia. En ellos caben hombres y mujeres, laicos, sacerdotes, religiosos, de diversos lugares, con distintos niveles de formación… En todo caso, hay una interesante variedad. Y luego, ¿qué decir? Hay comentarios gruesos, y otros sutiles y delicados. Hay análisis cuidados, y opiniones zafias. Hay calificaciones y descalificaciones. Hay humildad y orgullo, caridad y soberbia, palabrería hueca y verdadero evangelio, falso profetismo y sabiduría eterna.
Buceando en algunas de esas páginas, uno se da cuenta del enorme potencial que tiene la Red como espacio para proclamar el Evangelio. Son nuevos púlpitos, con luces y sombras. Entre las sombras, quizás lo peor es que demasiado a menudo se convierten en altavoces para los convencidos de algo, juguetes para la polémica que entusiasman a los propios y repelen a los ajenos, y mucho menos en anuncio de una buena noticia. Entre las luces, la más importante es que se sigue haciendo verdad que la Palabra puede ser dicha en todos los lenguajes y ámbitos, porque habla de la Vida y de cada vida. Y así se sigue cumpliendo aquello de “Id a todo el mundo y proclamad el Evangelio”. Pues eso.
En el nº 2.647 de Vida Nueva.