¿A qué va Francisco a Brasil?


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“La ciudadanía en estos momentos necesita también algunos faros que iluminen la travesía en esta noche de abatimiento moral..”.

La satisfacción de Francisco a su llegada a Brasil era más que evidente. Una concatenación de hechos que la historia habrá de analizar con detalle llevaron como papa a un Jorge Bergoglio que, seis años antes, en el mismo país, y desde el Santuario de Aparecida, había sido parte fundamental en el lanzamiento de la Misión Continental, una hoja de ruta para afrontar la nueva evangelización –con el acento propio de aquellas latitudes– de un continente que estaba olvidando sus raíces católicas.

Andaban un poco mosqueadas las autoridades sin saber muy bien a qué atenerse con la visita de Francisco. Sobre todo por el momento de convulsión social que vive el país, una de las economías más pujantes del nuevo orden mundial, pero con las lacerantes lacras sociales típicas del viejo orden. ¿Qué dirá este hombre?

La enorme caja de resonancia moral en la que se ha convertido el Papa, repitiendo cosas elementales de la Doctrina Social de la Iglesia, como antes habían hecho sus antecesores, se agarró a la boca del estómago de dirigentes en un momento políticamente muy complicado para ellos, con una palpable desafección ciudadana. De ahí el discurso de bienvenida, lleno de guiños cómplices, con que le obsequió la presidenta Rousseff, que buscó, desde el primer minuto, una especie de alianza con la Iglesia en la lucha contra “la desigualdad en todas sus formas”.

¿Pero tienen algo que temer los políticos brasileños? Francisco, también en esa ceremonia, pidió a todos “empatía” y dijo a las claras a lo que iba: a confirmar a sus hermanos en la fe y a invitar a los jóvenes a que ellos mismos sean evangelizadores y traspasen fronteras. De la Misión Continental a una especie de Misión Universal regada con el agua de la fe, aunque siempre habrá quien entienda como soflamas políticas la defensa de los más necesitados.

Y parece un poco difícil que, visitando favelas, enfermos o a jóvenes marginados por la sociedad, y sin más munición que el Evangelio, Francisco no produzca escozores. Ya escocía como Bergoglio. Que se lo pregunten a la Kirchner…

En el nº 2.858 de Vida Nueva.

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