SEBASTIÀ TALTAVULL ANGLADA | Obispo auxiliar de Barcelona
“Algo nuevo está pasando en la Iglesia con esta forma de comunicar y que da tantos titulares a los medios…”.
Empezó a escribirse el mismo día de su elección, con un profundo contenido evangélico y una firme dimensión eclesial y social. Desde aquella noche del 13 de marzo no he dejado de pensar que el papa Francisco está escribiendo cada día una encíclica con palabras y con hechos nuevos. Es el terreno que ilumina La luz de la fe y que tan bellamente nos sitúa en el encuentro con Jesús.
Dos maneras de escribir que nos están acostumbrando a un lenguaje fácil de captar y que llega al corazón de cualquier persona, sea creyente o no. Algo nuevo está pasando en la Iglesia con esta forma de comunicar y que da tantos titulares a los medios.
Desde las palabras “acuérdate de los pobres”, susurradas al oído, hasta su presencia entre los inmigrantes de Lampedusa y las inquietantes preguntas de la Biblia: la primera dirigida a Adán, “¿donde estás?”, y la segunda a Caín, “¿donde está tu hermano?”, el uno totalmente descolocado y, el otro, con las manos manchadas con la sangre de su hermano, ha habido una serie de llamadas a favor de la dignidad de la persona humana, pidiendo a gobernantes y ciudadanos nuevas formas de legislar y actuar más acordes con los valores del Evangelio.
Palabras y hechos, mensajes y gestos, expuestos con la mayor libertad de los hijos de Dios y sin herir, sin condenar, abriendo el corazón a la esperanza y a la misericordia, hablando siempre en nombre del Dios que es Amor y Vida. Esta “otra” encíclica del papa Francisco ofrece a diario un nuevo párrafo que es leído, meditado y comentado por infinidad de personas, y que nos invita a una recuperar una fe eclesial y testimonial que puede ir ganando más y más terreno.
Ambas encíclicas nos están haciendo un gran bien. Algo nuevo está sucediendo y el Espíritu del Señor está ahí, hablando y actuando, luz para la vida de nuestra sociedad.
En el nº 2.861 de Vida Nueva.