FRANCISCO M. CARRISCONDO ESQUIVEL | Profesor de la Universidad de Málaga
“Señora Botella, no se puede promocionar una ciudad con el casticismo de su inglés y convirtiendo los aros olímpicos en calamares…”.
Septiembre es verdaderamente el comienzo del año, y no enero, que supone más bien un paréntesis. Todo se reactiva después de las vacaciones, las que, si sirven a quienes las disfrutan, las emplearán en algún hueco para pensar en el curso que comienza. Y no hay día festivo, como el de Año Nuevo, para celebrarlo. Quizás tan solo se festeje durante alguna tormenta de verano que nos prive de la jornada playera, antesala del otoño.
Vienen de sopetón la luz de los madrugones, el olor a ropa por estrenar y colonia en el pelo recién peinado. Los niños en el colegio y los mayores en sus trabajos. Incluso la televisión y la radio cambian, se hacen menos soporíferas, plagadas de actualidad y no de la modorra de quien ha sesteado durante la canícula.
Así son las auténticas vacaciones, las que sirven para pararnos, descansar y reflexionar. Se me han agolpado en el magín muchos asuntos. Prestos a salir los primeros, provocan en el cálamo de la pluma un embotellamiento, por lo que habrá que darles salida poco a poco.
Y el primero que debe adelantarse, por eso de la actualidad, es el lamentable espectáculo, con Ana Botella al frente, que ha dado la representación política española en la elección de los Juegos de 2020. Señora Botella, no se puede promocionar una ciudad con el casticismo de su inglés y convirtiendo los aros olímpicos en calamares.
Me duele España, y por ello hemos de aprender del sabio pueblo japonés, que tiene muchas lecciones que darnos en las victorias y en las derrotas.
En el nº 2.863 de Vida Nueva.