La macrobeatificación de Tarragona como oportunidad


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“Esta macrobeatificación se presenta como una gran oportunidad para ser ofrecida como una mano tendida a todos…”

En menos de un mes, el 13 de octubre, Tarragona acogerá la mayor macrobeatificación de la historia. Un total de 522 mártires del siglo XX –así se ha querido denominar a este acontecimiento que tantos retos supone y que tanto interpela a la Iglesia en España– serán propuestos como modelos de vida cristiana.

En una época especialmente convulsa de nuestra historia común, fueron asesinados por su condición de creyentes, por su testimonio personal, por su ministerio apostólico entre sus contemporáneos, niños, jóvenes, mayores, daba igual. Son vidas truncadas de hombres y mujeres –algunos apenas habían mudado el semblante adolescente– que merecen ser recordadas en unos tiempos poco dados a las grandes causas y entregas desinteresadas.

Es de alabar el esfuerzo que las instituciones implicadas en este proceso están poniendo para limar de cualquier connotación política o revanchista lo que no es más que un acto de reafirmación de una fe que tiene su máximo sentido en el amor sin límites a los demás e, igualmente, en una misericordia sin peajes.

Siempre hay algún verso –ripio, en este caso– suelto que puede hacer desafinar lo que se quiere que sea una melodía pensada para el perdón y la reconciliación entre todos los españoles. No parece poca cosa en estos tiempos donde la memoria colectiva parece una cuneta que se vuelve a llenar de afrentas y cuentas pendientes.

Y en este contexto social con un cierto sabor a déjá vu, esta macrobeatificación se presenta como una gran oportunidad para ser ofrecida como una mano tendida a todos, lejos de aquellas interpretaciones con que fueron acogidas otras ceremonia similares, incapaces de dejar totalmente de lado el tufillo de cruzadas y banderías.

Como ha dicho el papa Francisco en su sorprendente carta al fundador del diario La Reppublica, “ha llegado el momento de entablar un diálogo abierto y sin preconceptos” con la cultura moderna, sí, esa aún demasiado impregnada de resabios y prejuicios. Los mismos que se detectan en una parte de la Iglesia, más cómoda en el pasado que mirando al futuro.

Por eso, este acto eminentemente religioso en la antigua Tarraco es hoy más que nunca el adecuado para mostrar que la Iglesia no está contra nadie, sino con todos. Aunque en el camino se deje la vida de sus hijos e hijas.

En el nº 2.863 de Vida Nueva.

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