(Jesús Sánchez Adalid–sacerdote y escritor)
“El Islam es una religión en la que hallan solaz más de mil millones de personas. Sin embargo, el “islamismo” es una corriente de odio que se ha apoderado de una parte, cada vez mayor, de los musulmanes, y que procura por la fuerza imponer en el mundo entero una forma muy específica del Islam.
“Una vez más de tantas, la Policía española detenía el 2 de febrero en Barcelona y Valencia a una decena de personas, entre ellas cuatro indios y un paquistaní, vinculadas a la red terrorista Al Qaeda. El último informe de los servicios de información de las Fuerzas de Seguridad del Estado es claro en esto: “Por lo que a nuestro país respecta, la actividad contraterrorista llevada a cabo por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, tras los atentados del 11 de marzo, ha puesto de manifiesto que España sigue siendo en la actualidad un objetivo para la red Al Qaeda y sus grupos afines, así como una fuente de obtención de recursos humanos”.
El Islam es una religión en la que hallan solaz más de mil millones de personas. Sin embargo, el “islamismo” es una corriente de odio que se ha apoderado de una parte, cada vez mayor, de los musulmanes, y que procura por la fuerza imponer en el mundo entero una forma muy específica del Islam. En general, negar que Europa tenga un problema con su población musulmana inmigrante es un autismo peligroso. Y precisamente ése es el reto a largo plazo en la democracia liberal: integrar a personas de diferentes culturas en una sociedad democrática. Los políticos, en general, no se enfrentan a este problema. En medio de la crisis, muchos países europeos no ofrecen ya trabajo digno e integración cultural a los musulmanes. Esto provocará una profunda sensación de alienación que puede llevarles al terrorismo, a separarse de la sociedad y a reafirmarse en el fundamentalismo radical.
Por otro lado, hay una especie de fallo en la democracia liberal, ya que se deberían garantizar ciertos mecanismos para que los individuos acepten las reglas del juego y el pluralismo de vivir en esas sociedades. Pero sucede que los musulmanes radicales no las aceptan. El conflicto está ahí, y cada vez más acentuado. Negarlo es una ceguera irresponsable.
En el nº 2.648 de Vida Nueva.