(Chema Caballero-Misionero javeriano en Sierra Leona)
“Esta semana he tenido el honor de ser invitado a una de las ceremonias más privadas de los fulla, el día que le dan sal a sus vacas, toda una fiesta para ellos. Hay esperanza de cambio.
Los fulla son una tribu nómada que se mueve por todo el África occidental buscando pastos para sus vacas. Se caracterizan por ser muy altos, claros de piel y por tener rasgos occidentales. Se organizan en familias que construyen poblados provisionales. Sus chozas son de paja y recubiertas de excrementos de vaca secos.
En la parte norte de la selva del Tonko Limba, donde vivo, hay muchos grupos fullas. Es difícil entrar en contacto con ellos porque son muy reservados y desconfiados. Tienen continuas peleas con sus vecinos, ya que las vacas entran en los sembrados y comen el arroz y otras cosechas. Los limbas, por su parte, no pierden la ocasión de matar una vaca y comérsela. Es el eterno conflicto entre agricultores y ganaderos que se extiende por toda África.
Nadie quiere tener fullas cerca de su aldea, porque dicen que roban y se pelean. Son marginados en todas partes.
Los viernes, los fulla vienen al mercado de Madina a vender leche y mantequilla. Las mujeres venden y los hombres pasean en grupos viendo las novedades de la semana.
Últimamente, he conseguido hacerme amigo de Sidi, y, gracias a él, entrar en contacto con algunas familias fulla que he podido visitar en sus asentamientos. Ha costado mucho ganarse su confianza, sobre todo la de los más ancianos, pero poco a poco se ha ido rompiendo el hielo. Ahora mi objetivo es convencerles de que manden a los pequeños al colegio. Las madres aún se niegan porque temen que los otros niños maltraten a sus hijos. Es tarea lenta y difícil.
Mientras, esta semana he tenido el honor de ser invitado a una de las ceremonias más privadas de los fulla, el día que le dan sal a sus vacas, toda una fiesta para ellos. Hay esperanza de cambio.
En el nº 2.648 de Vida Nueva.