ANTONIO PELAYO | Corresponsal de Vida Nueva en Roma
“Poner orden, transparencia y claridaden la gestión del IOR no está resultando tarea fácil…”
Poner orden, transparencia y claridad en la gestión del Instituto para las Obras de Religión (IOR) no está resultando tarea fácil y tanto el Papa como su consejo de cardenales no acaban de acometer las reformas indispensables. La información, por supuesto, es muy escasa.
No se ha sabido nada de la reunión mantenida el 5 de diciembre entre el Consejo de Vigilancia y el nuevo director del IOR, Rolando Marranci. Sobre este, por cierto, ha escrito una carta al presidente, el alemán Ernst von Freyberg, el cardenal Attilio Nicora, responsable de la Autoridad para la Información Financiera (AIF).
Nicora, que no es hombre de componendas y que ya mantuvo con Bertone más de un contencioso, pide, antes de ratificar el nombramiento (ad interim, se ha dicho), “la adquisición de ulteriores informaciones de las autoridades competentes en el sector financiero y bancario de los estados en los que el señor Marranci ha trabajado en el pasado, así como eventuales y precedentes vínculos con sociedades incluso privadas o de consulta, con el fin de tener una valoración cuidadosa de que responde plenamente a los requisitos establecidos para el nombramiento por el artículo 61”.
En el nº 2.875 de Vida Nueva.