JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | En España la cathosphère se ha ido atemperando. Desde que Zapatero se marchó, parece que ha cesado el ruido, aunque no el susurro. Con los socialistas había algaradas callejeras, con el PP de Rajoy hay malestar de sacristía por no cambiar las leyes por las que tanto la Iglesia protestó.
El PP les salió respondón. En 2008, Roma pidió prudencia a la Iglesia, y desde entonces todo pareció más calmado en la calle, en las ondas de la COPE, en algunos foros universitarios y en varios púlpitos.
La cathosphère se mueve en España ahora de otra forma. En Ferraz parecen tenerlo más claro que en Génova, en donde muchos militantes aún tachan de “beatones” a ciertos ministros y viejas guardias.
El PSOE parece tenerlo más claro. Para muestra, un botón. Hace poco, Jáuregui cenaba con el cardenal Rouco, después de haber marcado el teléfono de varios obispos, incluso el del nuncio. Les transmitió serenidad. Ni se quemarían iglesias ni se denunciarían acuerdos, les vino a decir este aspirante a la política europea, que, aunque no creyente, aprecia la labor de la Iglesia. Las cosas seguirán igual. “París bien vale una misa”: el voto católico huérfano y perdido hay que recuperarlo.
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- LA CRÓNICA DEL DIRECTOR: Hollande con el Papa: ‘à la recherche’ del voto perdido, por Juan Rubio
En el nº 2.880 de Vida Nueva