Un año después de la renuncia

ENRIC BARRULL CASALS (GIRONA) | El pasado día 11 de febrero hizo justamente un año que Benedicto XVI sorprendió al mundo con un gesto profético, anunciando su renuncia al ministerio petrino. Los que, por contagio de las categorías políticas, se apresuraron a hacer interpretaciones propias de novelas de intriga, patinaron estrepitosamente.

Un año después, atisbamos el calado de aquella decisión, bien rezada y meditada, que solo se puede entender completamente a la luz de la fe. Lo que sucedió después es bien conocido. La elección del papa Francisco prolongó el interés general por la Iglesia, que durante este año ha dado al mundo un nuevo ejemplo de madurez y de saber renovarse en la continuidad de su rica tradición.

Casi oculto por completo a los ojos del mundo, el papa emérito no ha abandonado a la Iglesia. Su sucesor ha ascendido, sin pretenderlo, a la máxima popularidad.

En el nº 2.884 de Vida Nueva

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