Lo dice el Señor en el Evangelio. Hay demonios que sólo se van con ayuno y oración. Hay otros que no se van ni con agua, ni con jabón, ni con exorcismos. La Cuaresma renueva a la Iglesia y la pone a punto. Sólo hace falta dejarse renovar por quien “limpia y sana nuestras heridas”. Cuaresma, una oportunidad para cambiar