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Sínodo de la Familia: ¿hacia nuevos paradigmas? [extracto]
JORGE OESTERHELD, responsable de la Oficina de Prensa de la Conferencia Episcopal Argentina | Se siguen produciendo novedades en el camino hacia la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de Obispos, que fue convocada por el papa Francisco bajo el lema Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización, y que se desarrollará en la Ciudad del Vaticano entre el 5 y el 19 de octubre próximo.
Walter Kasper, en el consistorio realizado a finales de febrero, pronunció un discurso que luego fue públicamente elogiado por el Papa, y que presenta de manera novedosa el tema de los divorciados en nueva unión y su relación con la Iglesia.
El cardenal aleman propone plantear la cuestión de una manera diferente: “Necesitamos un cambio de paradigma, y debemos –como ha hecho el buen samaritano– considerar la situación también desde la perspectiva de quien sufre y pide ayuda”, y luego analiza la cuestión desde el Evangelio y la práctica de la Iglesia en los orígenes.
Lo que dice el cardenal coincide con una de las características más destacadas del pontificado de Francisco: plantear siempre los temas desde el Evangelio, desde la Buena Noticia de Jesús. El Papa anima permanentemente a buscar en las mismas palabras del Señor las pistas más seguras para mirar la realidad. Es desde allí que se descubren los “nuevos paradigmas”.
Convivir nunca ha sido fácil, pero en nuestra época, y especialmente en las sociedades occidentales, parece que es particularmente difícil establecer vínculos entre las personas, y mucho más pretender que esos vínculos sean duraderos.
¿Qué puede aportar la fe cristiana a estas dificultades? La Iglesia, “experta en humanidad”, ¿qué tiene que decir? Lamentablemente, para la mayoría de las personas, lo que el cristianismo puede ofrecer es una serie de normas morales que deben regir las relaciones entre las personas. No mentir, no robar, no desear a la mujer del prójimo…, ¿es esto, solo, los mandamientos? ¿Es así de simple? ¿Lo que se puede aportar son normas de convivencia?
Otros van un poco más allá y piensan que la contribución de la fe cristiana es una rica reflexión antropológica. La Iglesia posee una larga tradición de estudio y meditación sobre el misterio que encierra cada persona. Hay en esas reflexiones y enseñanzas no solo normas de convivencia, sino también un rico bagaje de conocimientos sobre el ser humano, sus conflictos y potencialidades. Grandes sabios y santos han dejado una extraordinaria herencia. ¿Es ese el aporte: una moral, una antropología?
Sin duda, en la moral o la antropología cristianas hay mucha sabiduría que ofrecer y compartir. Sin embargo, la mayor riqueza que tiene la fe de los cristianos no está en los manuales, ni en los conceptos, sino en los evangelios y, más precisamente, en la figura siempre actual de Jesús de Nazaret.
El principal aporte es siempre Jesús y sus enseñanzas, sin filtros de ningún tipo, el encuentro personal de cada uno con Él. El mensaje es el mismo Jesús, su manera de actuar, de hablar, de relacionarse.
Pastores, no teóricos
Iluminar las formas de convivir desde los evangelios, desde esos textos cargados de vida y de fuerza que ponen en contacto al hombre y a la mujer de hoy con aquel Nazareno, siempre nuevo, siempre deslumbrante, es mucho más que enseñar una moral, o dar consejos desde la psicología, o alguna de las otras ciencias que se ocupan del misterio siempre inagotable de cada ser humano.
Para abordar este complejo tema de la familia y sus múltiples problemáticas, el Papa no ha convocado a un grupo de teólogos o expertos que lo asesoren para luego decir él su palabra de pastor. Ha hecho algo diferente: convocó a los obispos para que discutan el tema desde una perspectiva pastoral. Seguramente, cada uno de ellos, además de sus propios conocimientos, contará con el aporte de peritos, pero lo que Francisco está generando no es una discusión entre teóricos, sino entre pastores, hombres con responsabilidades de gobierno en contacto directo con las necesidades concretas de las personas.
En su última entrevista con el Corriere della Sera, el Papa habla de las muchas horas que estuvo escuchando el debate entre los cardenales y, consultado sobre las diferencias que surgieron entre ellos, respondió: “Más me hubiese preocupado que en el consistorio no se desatara una discusión intensa, porque no habría servido de nada. Los cardenales sabían que podían decir lo que quisieran, y presentaron puntos de vista diferentes, que siempre son enriquecedores. El debate abierto y fraterno hace crecer el pensamiento teológico y pastoral. Eso no me atemoriza. Es más: lo busco”.
Evangelizar no es lo mismo que enseñar moral
o encontrar soluciones en el Derecho Canónico.
Las cuestiones pastorales deben tratarse y decidirse
entre quienes tienen responsabilidades pastorales.
Que los cardenales pudieran “decir lo que quisieran” no es fruto de alguna decisión papal específica, sino de una manera de conducir la Iglesia que ha generado un clima que favorece una gran libertad de expresión en el intercambio de opiniones sobre los más variados temas. Esa sensación de “aire fresco” que se respira es algo directamente provocado por Francisco.
Compartir y escuchar
Esa ausencia de temor ante el diálogo profundo sobre las cuestiones más espinosas es un mensaje para todas las comunidades. En primer lugar, es un llamamiento a no esconder los problemas. No es ese el camino por el que se encuentran las soluciones. Pero, además, desde las más altas instancias de la Iglesia se está señalando que las cuestiones pastorales deben tratarse y decidirse precisamente entre quienes tienen responsabilidades pastorales.
Los teólogos, los canonistas, los peritos en general tienen un aporte incuestionable y muy valioso, pero no son los que tienen que decidir, los que deben asumir los desafíos comunitariamente; deben compartir entre ellos, discutir, escuchar.
Los conocimientos teóricos no son suficientes; es imprescindible estar en contacto con las realidades concretas. En este contexto, se puede entender mejor la amplia consulta con preguntas sobre la familia dirigida por el Papa a todos los cristianos. La encuesta tiene un valor simbólico, que va más allá de los frutos que de ella se puedan lograr y un valor de ejemplaridad para las diócesis, las parroquias u otros ámbitos, en los que este tipo de consultas sería de mucho más fácil ejecución.
El Papa está invitando a evangelizar la manera de convivir, que el Evangelio sea como un fuego en torno al cual reunirse y del cual recibir luz y calor. Evangelizar no es lo mismo que enseñar moral o encontrar soluciones en el Derecho Canónico. Es confiar que en las palabras y gestos de Jesús están las respuestas para los problemas de hoy y de mañana. Que no son palabras expresadas en otra época para otros, que están dichas ahora y para las personas y las cuestiones de este tiempo.
Los nuevos paradigmas están en los mismos textos que la Iglesia viene meditando desde hace siglos. Siempre ha sido así, esa es la fuente inagotable de donde brota la vitalidad y la juventud del Pueblo de Dios.
En el nº 2.887 de Vida Nueva.
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