ALBERTO INIESTA | Obispo auxiliar emérito de Madrid
“La Iglesia no puede prescindir de estos medios que la providencia de Dios nos ofrece en nuestro tiempo para ampliar el campo de la misión evangelizadora…”.
En el siglo pasado se hablaba de la prensa, la radio y la televisión como del Cuarto Poder, por su gran influencia en la opinión pública. Desde los tiempos de Pío XI y Pío XII, los papas han manifestado su interés por el uso de estos medios en su ministerio pastoral, con Radio Vaticano y L’Osservatore Romano.
En España, la Conferencia Episcopal sostiene una emisora y un canal de televisión, la COPE y el 13TV, y todos los años celebra unas jornadas de estudio con esta finalidad pastoral. Además, se publican muchas y buenas revistas de carácter cristiano, como la presente.
O sea, que la Iglesia se ha entendido bien con el Cuarto Poder. Ahora, nos queda lo que se podría llamar el Quinto Poder, las llamadas redes sociales, que pueden influir mucho en la opinión pública, convocando rápidamente manifestaciones multitudinarias, movimientos sociales y políticos, juicios de valor sobre actuaciones o declaraciones de instituciones o personalidades, etc.
Naturalmente, no todos los usuarios de esas redes están preparados para opinar sobre cuestiones muy complejas y a veces lejanas de su alcance. En cambio, pueden estar condicionados por prejuicios, errores o grupos de presión. Por eso, como usuarios conviene distinguir el trigo de la paja.
En cambio, la Iglesia no puede prescindir de estos medios que la providencia de Dios nos ofrece en nuestro tiempo para ampliar el campo de la misión evangelizadora, lanzando hacia las periferias mensajes relámpago, pinceladas, flashes del Espíritu Santo, que alguien los recogerá.
Últimamente, Benedicto XVI inauguró un Twitter, que luego ha continuado el papa Francisco, que ahora tiene algunos días más visitantes que el presidente Obama. Es un buen ejemplo para ejercer la alegría de evangelizar. De todos modos, la Iglesia no puede hacerlo para alcanzar ese Quinto Poder, sino para ofrecer un servicio, el Evangelio del Amor.
En el nº 2.888 de Vida Nueva.