¿Más de lo mismo?

ANA ALEMANY (E-MAIL) | Al leer en Vida Nueva (nº 2.883) una reseña sobre las 34ª Jornadas de Apostolado Seglar, celebradas en Madrid en febrero, sentí un fuerte sobresalto.

Me pregunté: ¿cómo es posible una reunión de laicos presidida por un obispo, o mejor dicho, por dos, y moderada por un tercero? ¿Por qué no fueron los laicos los protagonistas? ¿Cómo se puede pensar que se actúe con naturalidad en un ambiente encorsetado y ajeno a las necesidades reales de la sociedad?

No nos engañemos: el lenguaje, el pensamiento y el estilo de la mayor parte del clero (salvo honrosas excepciones) están hoy muy alejados de los de la gente de la calle.

¿Hasta cuándo los seglares necesitaremos que se nos lleve de la mano y se nos dirija por unos derroteros que no son los nuestros? ¿Hasta cuándo tenemos que seguir escuchando que necesitamos formación para poder confiar en nosotros? Hay muchos laicos, muy bien formados, que están realizando labores extraordinarias, pero muy pocos con responsabilidad seria dentro de las estructuras eclesiales.

Hablo con conocimiento de causa, porque he formado parte de organizaciones diocesanas durante muchos años y, desde ellas, intenté con todas mis fuerzas contribuir a ese cambio tan necesario. No se trata de pequeñas modificaciones, sino de algo profundamente diferente. Eso que está intuyendo con claridad el papa Francisco y que nos sugiere con palabras y su ejemplo, pero que hace falta que empiece a moverse desde la base.

Debido a mi formación como profesora de Biología, lo asimilo a una verdadera metamorfosis, eso que “sufren” las orugas cuando forman una crisálida. En su interior tiene lugar un proceso de destrucción de su organismo prácticamente total (autolisis), del que tan solo se libra el sistema nervioso.

De lo contrario, ¿cómo se podría transformar un gusano en mariposa? Sirva la comparación, porque lo esencial para los cristianos, nuestro sistema nervioso, es la Buena Noticia que nos trajo Jesús.

En palabras de Francisco, “primerear en el amor y la misericordia”. Si no conseguimos deshacernos del pesado lastre acumulado durante siglos, seguiremos teniendo más de lo mismo…
 

En el nº 2.890 de Vida Nueva

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