(Jorge Juan Fernández Sangrador– Director de la BAC)
“Los fundadores de VN estaban en sintonía con el ideario de la institución, que aspiraba a conjuntar pensamiento, eclesialidad y proyección iberoamericana. La orientación inicial debió de haber sido tan claramente planteada en esa línea que la Pontificia la adoptó sin titubeos. No se ha desentendido de ella”
Antonio Montero, arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, cofundador y presidente honorario de PPC, ha relatado con motivo del 50 aniversario de la aparición de su primer número en 1958, la génesis de la revista, en la que confluyeron Pax, Ambiente y Reparación. En 1955 había sido fundada Propaganda Popular Católica, que fue reconocida por el Obispado de Salamanca como asociación de fieles. Contaba con el respaldo de la Universidad Pontificia, el Instituto de Misioneras Seculares, la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos y las Obras Misionales Pontificias. Tres años después vería la luz Vida Nueva. Los orígenes salmantinos de la revista no han de ser considerados como un percance, sino como un valor; sobre todo, la vinculación, que aún perdura, con la Pontificia. Supo beneficiarse del hecho de que, en Salamanca -cuya universidad se hallaba mutilada intelectualmente desde que, en 1852, las ciencias eclesiásticas fueran expulsadas de sus aulas-, Pío XII restaurara, con la creación de la Universidad Pontificia en 1940, las cátedras de teología y cánones. Los fundadores de VN estaban en sintonía con el ideario de la institución, que aspiraba a conjuntar pensamiento, eclesialidad y proyección iberoamericana. La orientación inicial debió de haber sido tan claramente planteada en esa línea que la Pontificia la adoptó sin titubeos. No se ha desentendido de ella. Transcurrido medio siglo del feliz encuentro de estas dos entidades, que tienen, como pocas, una larga historia a sus espaldas, sólo cabe desear que se mantengan en el espíritu de la primera y prometedora hora de su existencia.
En el nº 2.652 de Vida Nueva (especial 50º aniversario).