Seamos serios

Fernando Sebastián, cardenal arzobispo eméritoFERNANDO SEBASTIÁN | Cardenal arzobispo emérito

“Al margen de mi condición de eclesiástico, yo soy un ciudadano que ama a su país, este país hermoso y atribulado que es España…”.

En estas últimas semanas, algunos grupos y varios dirigentes políticos han vuelto a remover las viejas cuestiones fundamentales. Ya tenemos un consenso, ya votamos lo que queríamos ser y cómo queríamos organizarnos. Si nos ha ido bien en estos años, ¿para qué volver a las mismas cuestiones bizantinas? Los pueblos no pueden vivir ni prosperar sin unos consensos fundamentales que garanticen la convivencia y la mutua colaboración. La Constitución es fruto y garantía de estos consensos. Sin ellos, España no podría prosperar, ni siquiera subsistir.

Al margen de mi condición de eclesiástico, yo soy un ciudadano que ama a su país, este país hermoso y atribulado que es España. Este amor se concreta ahora en tres deseos.

1. Que todos los españoles reconozcamos la unidad y la interdependencia que nos unen en un proyecto común de vida. Con unos vínculos que vienen de la tierra y que comenzaron a fraguar con la colonización romana y la aceptación del cristianismo. Nadie puede decidir ignorando el parecer de los demás. Los separatismos no tienen buenas razones.

2. Que aprendamos a convivir y colaborar por encima de las diferencias y de los intereses inmediatos y particulares. Izquierdas y derechas, centro y periferias, monárquicos y republicanos, cristianos y no cristianos tenemos que aceptarnos mutuamente con lealtad y convivir sinceramente. Todos tenemos derecho a vivir en nuestra tierra. Y todos tenemos necesidad de convivir para hacernos un sitio en el mundo. Unos y otros tenemos que aceptar con gusto la diversidad cultural, religiosa y política de nuestra nación.

3. Quiero también, y pido a Dios, que seamos más serios, más honrados, más solidarios y más confiados en nosotros mismos, que nos dejemos de peleas de barrio y trabajemos juntos para ser un país culto y próspero, capaz de influir positivamente en el mundo.

Tenemos un gran patrimonio histórico y una fuerte responsabilidad universal. Dejémonos de tonterías.

En el nº 2.901 de Vida Nueva

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