XUS D. MADRID (PALAMÓS, GIRONA) | A principios del pasado mes leía una noticia en la que se decía que, por cada símbolo religioso que sea retirado de las instalaciones de un organismo financiado con dinero público, la Asociación Valenciana de Ateos y Librepensadores (AVALL) pagará cinco euros.
La campaña Descuelga un crucifijo por los servicios públicos pretende “incentivar razonada y económicamente”, según su visión, el cumplimiento de la aconfesionalidad del Estado que define la Constitución. Escuelas, hospitales, cuarteles, juzgados, ayuntamientos… Cientos de edificios son susceptibles de acogerse a una campaña que, con un presupuesto total de 2.500 euros, espera retirar 500 crucifijos.
El dinero es el recurso más sucio de todos los propósitos. Es un insulto y un ataque a la conciencia humana. Tratar de comprar la voluntad de un ser mediante el dinero es raptar a este su identidad de persona para convertirle en objeto de comercio. No es de extrañar que así actúen aquellos cuyo objetivo es actuar contra Dios y contra sus creaturas.
En el nº 2.907 de Vida Nueva
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