LLUÍS MARTÍNEZ SISTACH | Cardenal arzobispo de Barcelona
“Esta asamblea sinodal ha sido distinta a la de los demás sínodos. No ha terminado el trabajo…”
El clima de la III Asamblea general extraordinaria del Sínodo de los Obispos, que acabamos de celebrar, ha sido un clima de comunión, fraternidad, sinodalidad y de pastoralidad. Hemos vivido una experiencia de Iglesia universal. Sabemos que, en los sínodos, hay representación de todos los países del mundo.
El papa Francisco, con pocas palabras, ha marcado el estilo del Sínodo. El primer día, al inicio de los trabajos de la asamblea sinodal, nos dijo que habláramos con libertad y que nos escucháramos mutuamente con humildad, para que trabajáramos sinodalmente. Y así se hizo, con intervenciones de contenidos distintos y, a veces, contrapuestos.
Escuchamos mucho, y creo que lo hicimos con humildad. Los primeros cuatro días escuchamos en el aula trescientas intervenciones de cuatro minutos cada una. Se habló mucho de la situación del matrimonio y de la familia en los distintos países. Así lo hicieron especialmente los obispos africanos, asiáticos y de América Latina. Apareció un diagnóstico sintético de estas realidades en el mundo. Nuestra realidad es bastante común en el mundo. La globalización une corrientes culturales comunes que inciden en la juventud.
La pastoralidad estuvo muy presente, centrada en las nuevas situaciones de los esposos divorciados y jóvenes que se juntan sin celebración de matrimonio y otras realidades. Porque el tema de este Sínodo era los retos de la familia. Nuevas realidades y situaciones que –se decía– piden respuestas pastorales pertinentes. Y, en el fondo, estaba conseguir la armonía entre la fidelidad a la indisolubilidad del matrimonio y la misericordia hacia las personas que viven y sufren estas situaciones. Se insinuaron caminos de respuestas pastorales que deberán estudiarse a fondo por parte de teólogos, biblistas, canonistas, historiadores, etc., durante este año que nos separa de la próxima asamblea sinodal.
Esta asamblea sinodal ha sido distinta a la de los demás sínodos. No ha terminado el trabajo. Ha aprobado un documento para el trabajo de este año que conduce a la asamblea sinodal de 2015. Ha sido como el plato de unos entremeses generosos para esperar los platos del próximo Sínodo. Por ello, esta asamblea sinodal no ha terminado como las otras con unas propuestas aprobadas por los padres sinodales que se entregaban al Papa, sino con un documento final de trabajo. El Papa quiere que haya un trabajo sinodal durante este tiempo con la participación de las Iglesias diocesanas.
La transparencia ha estado muy presente en el trabajo sinodal. Se han hecho públicos todos los documentos de la asamblea sinodal, y el mismo Papa, al recibir el documento final del Sínodo, dijo que se publicara con el resultado de la votación de cada uno de los 62 números del referido documento.
En el nº 2.915 de Vida Nueva