ALBERTO INIESTA | Obispo auxiliar emérito de Madrid
“Aunque se manifieste a través de los hombres, la paz de la Misa viene de Dios por Jesucristo a través de su ministro: Daos fraternalmente la paz…”
Hace ya algún tiempo, la Congregación romana de Liturgia consultó a los obispos del mundo sobre la posible conveniencia de cambiar el rito de la paz en la Santa Misa al momento después de la homilía, para evitar posibles exageraciones que impedirían el recogimiento necesario para la comunión. Sin embargo, recientemente se nos comunicaba que la mayoría preferíamos dejarlo como estaba hasta ahora, y así se mantendrá.
Verdaderamente, el saludo de paz es un hecho único en las costumbres de nuestra sociedad. Porque no existe ninguna reunión pública, como podría ser una conferencia, un concierto, una función de cine o de teatro, etc., en la cual los asistentes se saluden unos a otros sin conocerse de antemano, como hacemos en la Misa cuando saludamos a los de nuestro alrededor.
Por eso, es una imagen muy expresiva de la Iglesia como una fraternidad, la familia de los hijos de Dios, por encima de razas y color.
Es cierto que puede haber defectos o exageraciones por desorden o jolgorio que pudieran romper el clima de recogimiento necesario. Aun en este caso, bien podría el pastor, con buen humor y buen amor, moderar las efusiones excesivas del rebaño.
Además, no se olvide que después de los saludos y el posible desmadre, viene el rito de presentación del Cuerpo del Señor, donde el que preside interpela a los presentes, y cada fiel tiene que expresar en voz alta un profundo acto de devoción: Señor, no soy digno de que entres en mi casa.
Aunque se manifieste a través de los hombres, la paz de la Misa viene de Dios por Jesucristo a través de su ministro: Daos fraternalmente la paz. No como la da el mundo, muchas veces falsa y siempre frágil. Compartiendo la Mesa del Señor, nos comprometemos a trabajar por la paz con Dios y con los hombres, la oración y el servicio, la meditación y la manifestación, la visita al Santísimo y la visita al enfermo, etc.
La paz esté con nosotros…
En el nº 2.916 de Vida Nueva.
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