Francisco levanta las alfombras


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“¡Lo que han cambiado las cosas en menos de una década! Esta es la buena noticia…”

 

Sorprendía, para muy bien, la escasez de escándalos sexuales en la Iglesia en España. No parecía ser ese un gran problema en nuestro clero, se decía, aunque sí se conocían casos aislados que habían saltado a la prensa, más por la perseverancia en la denuncia de las familias que por la transparencia desde algunas diócesis, todavía renuentes, a pesar de los esfuerzos de Benedicto XVI y del papa Francisco, por cambiar tristes inercias. Y de repente, salta la noticia en Granada. Un Papa-padre indignado y un obispo que, de repente, abre los ojos. Lo demás es vergüenza, un daño irreparable para las víctimas y costosísimo para la credibilidad de la Iglesia. Tolerancia cero. ¡Lo que han cambiado las cosas en menos de una década! Esta es la buena noticia.

El escándalo de Granada cubre como un manto otra sorpresiva noticia, esta vez en Zaragoza. En realidad, puede decirse que el ministerio episcopal de Manuel Ureña ha estado acompañado por una areola de excepcionalidad. Lo es el hecho de haberse convertido en el primer pastor de una diócesis –la de Alcalá de Henares, erigida en 1991–; también resultó llamativo su nombramiento –por la forma– para Zaragoza, dado a conocer la mañana del 2 de abril de 2005, mientras agonizaba el Papa que tenía que haberlo firmado… Y, en fin, extraordinario ha sido también al anuncio de su salida de Zaragoza, el pasado día 12. Tan sorpresiva que ni en la Conferencia Episcopal ni en la Nunciatura ni los obispos de su Provincia Eclesiástica, tenían idea de que casi a la misma hora que en Madrid César Franco mandaba su primer saludo a sus fieles de Segovia, Don Manuel se despedía de los suyos de Zaragoza.

La versión oficial habla de que Francisco le aceptó la renuncia ese mismo día por cuestiones de salud. La oficiosa –y que, junto con el asunto de Granada, corría en corrillos episcopales durante la inauguración de la Asamblea Plenaria de la CEE–, que desde el Vaticano se le había pedido la renuncia de manera inmediata. Esta versión añade que por no haber sido todo lo diligente que ahora reclama la Santa Sede a los pastores a la hora de tratar los escándalos sexuales en los que se ven implicados sacerdotes. Al parecer, ya había recibido algún aviso por lo que había bajo la alfombra. Ahora, Francisco está determinado a levantarlas todas.

En el nº 2.918 de Vida Nueva

 

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