Roma me recibe con una grúa para colocar las bolas del abeto de San Pedro

por José Beltrán el 19/12/2014 08:00

jbeltran JOSÉ BELTRÁN | Director editorial de Vida Nueva

“Roma me recibe con una grúa para colocar las bolas del abeto de San Pedro…”

JUEVES. Roma me recibe con una grúa para colocar las bolas del abeto de San Pedro. A mí me puede más colaborar con la rifa de Francisco. También se venden en la plaza. Diez euros por boleto. No sé si seré capaz de manejar el tándem si me toca. Es lo de menos.

VIERNES. Arzobispo de estreno en Zaragoza. A un paso del Trastévere me cuentan que no estaba en el plan inicial. Requiebro pastoral. Bienhallado don Vicente.

SÁBADO. Ante el sepulcro de Calasanz. Iglesia de San Pantaleón. Lecho sencillo para el maño testarudo que creyó llegar a Roma con la lección sabida y vio que le quedaba todo por hacer. “Quien hace voto de enseñar, lo hace de aprender”. Ahí es nada.

DOMINGO. Nunca me hubiera imaginado que un papa terminara el ángelus regalando un libro de oraciones a modo de manual de supervivencia en el día a día. Lo recojo. En la primera página, un encargo. De Francisco. “Cuando rezo, Dios respira en mí”. Se nota.

LUNES. En el Colegio Español en Roma. Allí se cuece el futuro. A fuego lento. Con un rector de puertas abiertas. Pastor de un rebaño intelectual. Llamado a más.

MARTES. Llueve a cantaros. Necesito un parabrisas para las gafas. Calado, entro a la Gregoriana. Menudo estreno. En el hall, un grupo asiático canta ante el Nacimiento. La Iglesia universal hecha villancico. Los peces también beben y vuelven a beber en Tailandia. Sólo cambia la rima.

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