JOSÉ BELTRÁN | Director editorial de Vida Nueva
VIERNES. Aunque a priori no lo parezca, soy impulsivo. En lo periodístico. Por eso uno busca aprender de la templanza en el gremio. Es la primera sensación –se confirma en las sucesivas– al plantarme frente a Jorge Oesterheld. Es el director de Vida Nueva Cono Sur. También está de estreno. Pero él tiene callo. En lo eclesial. En lo profesional. Dos décadas como vocero del Episcopado argentino. Diez, entre Bergoglio, los Kirschner y las Malvinas. Y sigue templado. Pasó aquello pero permaneció el párroco. Y nació el director. Para anotar. Para aprender.
SÁBADO. Amigo invisible. De regalo, unos guantes. Los pierdo todos. Más bien, pierdo siempre la mano derecha. Sé que me lo tengo que hacer mirar. La nula utilidad de uno cuando le falta el otro. No casa con nada más. Cuando tenía los dos, no reparé en valorarlo. Uno solo no puede. Mejor en comunidad. Mano a mano con Dios.
DOMINGO. Me topo con un documental sobre Francisco. Mirada al pasado. Al tiempo que vivió en Córdoba. Ya no era provincial de los jesuitas. Más tarde sería llamado como obispo auxiliar de Buenos Aires y se escribiría otro capítulo. Pero en aquella ciudad, el sacerdote llano. Quizá noche oscura. Dicen que fue tiempo de purificación, a la pobreza, al redescubrimiento. Bendita transición.
LUNES. La mudanza del purpurado está al caer. El destino, preparado. La maletas, a punto. Abandona el escenario de la polémica. Ahora queda vacío. En manos de su sucesor. Para habitarlo o no. La cuestión queda abierta. La puerta, también.
En el nº 2.925 de Vida Nueva.
